¿Vender a Araujo o convertirse en una SA?

¿En qué momento habrá que sacrificar partes del proyecto deportivo para poder tapar los agujeros económicos?

Ronald Araujo viene jugando con una fractura en el pómulo

Ronald Araujo viene jugando con una fractura en el pómulo / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

La pregunta puede parecer reduccionista, pero sirve para ilustrar la situación económica cada día más angustiante que vive el Barça. Hace pocos días se filtró el interés del Bayern por Ronald Araujo, uno de los futbolistas con más valor de mercado de la plantilla blaugrana. Incluso se dijo que la cifra podría superar los 70 millones de euros, muy baja si se tiene en cuenta el potencial de futuro y la valoración actual del defensa uruguayo.

Venderlo por 70 sería una temeridad, pero ¿y por 100? ¿O por 120? En realidad las preguntas son más profundas: ¿En qué momento habrá que sacrificar partes del proyecto deportivo para poder tapar los agujeros económicos? ¿Vale la pena vender activos en forma de jugadores para obtener un rendimiento a corto plazo pero deteriorar el valor deportivo de la plantilla a medio y largo plazo?

El punto en el que se encuentra el Barça actual es cómo mínimo paradójico: en medio de una crisis económica galopante, en el que un socio comprador (Libero) no paga los 40M acordados, y es la lesión de un jugador (Gavi) lo único que permite inscribir a nuevos jugadores, se ficha a un futbolista de 18 años por 61 millones (30+31).

Es decir, un club como el Barça en una situación cada vez más cercana al colapso económico, cierra el que será uno de los fichajes más caros de este mercado de invierno en toda Europa. Independientemente de que Vitor Roque puede (o no) ser un buen refuerzo, ¿de verdad la única solución para salir del atolladero es fichar todavía más, y más caro? Roque es la última incorporación a la delantera del Barça, donde ya estaban Lewandowski, que costó 50 (45+5), Raphinha 67 (58+9) y Ferran Torres 55.

Si les añadimos el fichaje de Vitor Roque, los cuatro delanteros del Barça suman la friolera de 233 millones, variables incluidos, pero sin contar sueldos ni probablemente comisiones. Una cifra propia de un club riquísimo, impropia de uno que se empeña para poder sobrevivir.

La cuestión es que todos estos fichajes, especialmente este último de Vítor Roque, se han producido en medio de una situación financiera límite en la que los jugadores se inscriben horas antes de jugar los partidos al no poderse cumplir el ‘fair play’, Laporta y otros directivos tienen que avalar con su patrimonio personal y una sombra de dudas se cierne sobre la venta creciente de patrimonio, mal conocida con el simpático nombre de ‘palancas’.

En medio de este panorama, llega el ruido de una presunta oferta por Araujo. A los que se llevan las manos a la cabeza, habrá que recordarles que hace dos veranos el club forzó la máquina hasta lo indecible para vender a De Jong. La pregunta parece de ciencia ficción, pero desgraciadamente es cada día más verosímil: ¿vender estrellas o convertirse, parcial o totalmente, en una Sociedad Anónima? Se acerca el momento en el que el barcelonismo tendrá que hablar en serio sobre qué queremos hacer con el Barça.