¡El tiquitaca ha muerto! ¡Viva el tiquitaca!

Messi y Pedri, sociedad ilimitada

Messi y Pedri, sociedad ilimitada / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Ya están en mitad de la plaza del pueblo subidos a una caja de madera los agoreros del fin del mundo: “¡El tiquitaca ha muerto, pecadores!”, gritan, “¡a la hoguera con los jugones!”. A su alrededor se agolpa un pueblo confuso y harto de tanta humillación para escuchar a los predicadores del apocalipsis blaugrana asintiendo con la cabeza. No piensan, solo asienten. El PSG, cuya vitrina reservada para la Champions sigue llena de telarañas, no ganó al Barça por el físico, sino con fútbol y talento. Goleó porque fue mejor con el balón, que es la base de todo. Conquistó a un Camp Nou vacío gracias al talento de Mbappé y Verratti, demostrando que el problema del Barça no es el modelo, sino su mala aplicación: saber cuándo correr y cómo hacerlo, ocupar espacios, presionar con orden y criterio.

La solución está en creer que lo que estás haciendo es el camino más corto hacia la victoria. Y en el Barça hay que insistir en ello de forma periódica, siempre tras la derrota. El Barça pierde porque duda, porque se ha olvidado de quién es y porque no volverá a reconocerse hasta volver a aceptar que solo sabe ganar jugando a fútbol. Lo dice su propia historia y, cada vez que se ha apartado de ella, le ha costado regresar a casa. Los jugadores son el último eslabón de una cadena que debe ser rígida e incorruptible al tiempo y a las modas. Solo si desde la presidencia del club, pasando por la dirección deportiva y el entrenador del primer equipo se tiene muy claro cómo regresar al éxito, el equipo volverá a levantar la Champions.

El canguro salta porque esa es su naturaleza, pedirle que se ponga a reptar no entra en sus planes. Tampoco debería entrar en los planes del Barça cambiar el modelo porque, a día de hoy, esa es de las pocas cosas que le permite sentirse orgulloso de sí mismo.