SOS para el VAR: transparencia o muerte

Joel vuelve a salvar al Betis a disparo de Messi (ES)

Joel vuelve a salvar al Betis a disparo de Messi

Ernest Folch

Ernest Folch

El VAR era un gran invento. Bien administrado debía servir para ayudar al árbitro a corregir lo que no había podido ver en el campo. Sus criterios debían quedar claros y ser aplicados de manera homogénea e inequívoca para evitar malas interpretaciones. Y, en principio, era una tecnología que debía mejorar su aplicación a medida que se iba rodando. La primera temporada del VAR, con sus defectos y malos momentos, fue razonablemente positiva.

Curiosamente, la segunda temporada, que debía ser la de la consolidación, se ha convertido en un formidable caos. Hay ejemplos por doquier, que afectan transversalmente a todos los equipos, pero dos de los últimos casos más sangrantes involucran al Barça. En San Mamés, el problema no fue que Martínez Munuera no viera el penalti clamoroso sobre De Jong sino que nadie del VAR le advirtiera del tremendo error o, al menos, le obligara a ver la jugada por el monitor.

Messi fue sistemáticamente agarrado por Bartra dentro del área, y lo que volvió a ser increíble es que el VAR no rectificara al árbitro con las imágenes que estaba viendo todo el mundo. En estos momentos, el drama ya no es que el VAR se equivoque sino que además lo haga sin que se entienda el porqué. Ya nadie es capaz, viendo las jugadas clamorosas de De Jong y de Messi, de entender con qué criterio interviene el VAR, o cuándo y por qué se le solicita ayuda. Para rematarlo, a la falta de un modelo inteligible se le añade un oscurantismo inquietante: en un campeonato normal las conversaciones entre el árbitro y el VAR se harían públicas para acabar con cualquier malentendido.

Estos diálogos solo se han filtrado en contadísimas ocasiones, y a menudo tras muchas presiones. Y si el VAR renuncia a la transparencia es imposible que la gente confíe en él. En estos momentos, lo que debía ser una herramienta científica para minimizar los errores arbitrales se ha convertido en un cuarto oscuro sospechoso. De repente, la verdad ya ha dejado de importar, y las sospechas han aumentado exponencialmente. El VAR corre serio peligro: o nos explican qué pasa dentro de la sala o se lo cargarán.