Si Messi jugase con España...

Leo Messi se lesionó durante el partido ante Venezuela

Leo Messi se lesionó durante el partido ante Venezuela / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Nunca es bueno comparar. Ya se sabe. No siempre el fútbol se jugó igual. No siempre las condiciones fueron tan profesionales. No siempre se jugaba tan al ataque. No siempre había tanta profesionalidad, disciplina, tácticas, esquemas, estrategias y dinero, tanto dinero para mejorar este deporte.

Por tanto, las comparaciones no sirven. Los criterios son cambiantes y los hay que adoran al creador, al organizador y quienes solo quieren hablar de goleadores, de matadores, de finalizadores. Eso sí, una cosa parece evidente: nadie se pondrá de acuerdo si el mejor de la historia fue un portero. O, incluso, un defensa, por más inmenso y cosas, sí, sí, inimaginables que hiciese Franz Beckenbauer.

Pero estos días le he dado una vuelta más a eso de que Leo Messi no es el mejor de la historia, teoría que defienden muchos, pese a verle hacer milagros todos los días, lo que demuestra que aquella tésis de Quique Setien respecto a que, en efecto, la ‘Pulga’ es el mejor, “porque nunca antes nadie hizo tantas maravillas durante tantos años. ¿Cuántos años lleva siendo el mejor, diez, doce…?”

No, no, no fue por eso que pensé que es el mejor. Cuando he pensado que es el mejor, es cuando lo vi jugar con Argentina ante Venezuela (y perder, 1-3) y, horas después, vi a la nueva selección de España ganar a Noruega (2-1), pero merecer vencer, ciertamente, por goleada. Y, en ese momento, pensé que Messi es el mejor (no por su gesto generoso, de nuevo, con un país', una selección y una crítica que lo maltrata y desprecia continuamente, culpándole de todo) sino, simplemente, porque aquellos que le recuerdan (y lo bajan del trono) por no haber ganado aún un Mundial, deberían de saber que Messi podía tener ahora una, dos y hasta tres Copas del Mundo, si, en el 2003, hubiese escogido jugar con España el Mundial Sub-17, de Finlandia, junto a su amigo Cesc Fábregas.

Toda la tesis de que Messi no es el mejor de la historia, queda destruida con este argumento. La Federación Española de Fútbol se volvió loca intentando convencer a Jorge Messi y a su hijo Leo de que jugasen y debutasen con la camiseta española en aquel Mundial. Y Messi dijo que no. Messi decidió esperar a Argentina, que, ya entonces, le despreció sin convocarle para ese Mundial (el seleccionador era un tal Hugo Tocalli, que dijo que Leo no tenía sitio “porque ya tengo armado mi equipo”) como tampoco lo hizo para el Mundial Sub-20, que se jugó en los Emiratos Árabes, también ese mismo año.

Después que Jorge Messi le suplicase a Marcelo Bielsa que viese unos videos de su hijo, en una visita del ‘loco’ técnico argentino a Barcelona, Leo fue convocado por Tocalli y debutó, el 29 de junio del 2004, en el estadio, vaya, ya ven, ‘Diego Armando Maradona’, de Argentinos Júniors, en un amistoso Sub-20 antes Paraguay. Salió con el 17 a la espalda, en el minuto 67, y, en el minuto 81, hizo uno de sus carreritas, dribló a dos defensas paraguayos, dejó sentado sobre el césped al portero rival y marcó el 7-0.

Y España dejó de ganar un montón de Mundiales seguidos. Y Messi dejó de gozar de la mayor oportunidad de su vida para convertirse, entonces sí, sin duda, en el mejor futbolista de la historia. Porque ustedes, yo, la familia Messi y todo el mundo mundial sabemos que si Messi hubiese escogido a España, ahora tendría varios títulos del mundo. O, como pocos, uno, el que tiene Iniesta, Xavi y compañía. Pero es argentino y ama a Argentina. Aunque muchos argentinos no se lo crean.