¿Y si el revulsivo ha sido la prensa?

Xavi da instrucciones durante el encuentro ante el Getafe

Xavi da instrucciones durante el encuentro ante el Getafe / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

Desde aquellos remotos días de septiembre en que el Barça fulminó al Betis y al Amberes por 5-0, el equipo de Xavi no conseguía solventar plácidamente un partido de principio a fin como ante el Getafe (4-0). Han sido cinco meses de vía crucis, dimisión en diferido del entrenador incluida, en los que cada partido era lo más parecido a estirarse en una cama de agujas.

El equipo está todavía en observación, y hará falta una regularidad consistente para desvanecer todas las dudas sobre la capacidad real de esta plantilla, pero el arranque prometedor en Nápoles y la buena pinta general ante el Getafe permiten empezar a pensar que quizás ya se ha tocado fondo y se ha superado el peor momento de la temporada.

El entrenador atribuye esta reacción futbolística a su propia renuncia, y piensa que se ha logrado un punto de inflexión gracias a su dimisión, porque ha ayudado a destensar el equipo. Pero la teoría de Xavi parece insuficiente, puesto que las críticas no disminuyeron tras su decisión, e incluso se especuló con la posibilidad de su cese tras el empate en Granada.

En muchos momentos, la dimisión poco entendida de Xavi pareció desconcertar, más que destensar, a sus propios jugadores. En cambio, en todos estos meses de crisis múltiples, internas y externas, dudas por doquier y rumorología a raudales, ha habido una constante en el club: las críticas a la prensa, el señalamiento a los periodistas. En cada rueda de prensa se repiten los piques de Xavi con periodistas (incluso después del 4-0 ante el Getafe volvió a señalar una pregunta) y, como si imitara al Van Gaal de antaño, reprocha sistemáticamente a los medios su constante negativismo, que según él impregna al equipo e impide alcanzar su mejor rendimiento. E

sta tensión fue replicada hace unos días por De Jong, que no dudó en afirmar sentirse “irritado” por la publicación, según él errónea, de su salario, y a su vez otros jugadores no tardaron en darle la razón. Unas semanas antes, el propio presidente Laporta había atacado a este grupo de comunicación por el buen trabajo periodístico que El Periódico ha estado realizando sobre las obras del Camp Nou. Es decir, estamos ante un mismo patrón de comportamiento en contra de la prensa desde todos los estamentos del club. Es decir, no se trata de ninguna casualidad. Como tampoco parece fruto del azar que esta guerra se haya librado justo en el momento de mayor debilidad del vestuario, del entrenador y del propio club.

Visto en perspectiva, la fabricación de un enemigo exterior fantasmagórico (no se sabe muy bien quien se engloba en el término “prensa”) ha ayudado sin duda a la unidad interna y a cruzar este duro desierto entre octubre y febrero. Lo cierto es que la insistencia de Xavi contra los periodistas, incluso después de dimitir, empieza ya a ser sospechosa: ¿y si más que una obsesión es en realidad una estrategia? ¿Y si el revulsivo ha sido justamente esta denostada prensa, convertida en el aglutinador necesario de todo el club?

Si ha sido así, bienvenidas sean las críticas y la fuerza que ha sacado el equipo para convertirlas en gasolina competitiva. Muchos estaríamos encantados de arder en la pira de los sacrificios con tal de que el equipo confirme que puede mejorar sus prestaciones. Si las críticas periodísticas, justas o injustas (esto ya va a gusto del consumidor) han servido para espolear y motivar a los jugadores, démoslas todos por bien empleadas.

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