A propósito de Mbappé y Lewandowski

Robert Lewandowski, en su llegada a Miami

Robert Lewandowski, en su llegada a Miami / Valentí Enrich

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Lo que le falló al Madrid con Mbappé le ha funcionado al Barça con Lewandowski. Florentino Pérez y Joan Laporta apostaron todas sus bazas a la voluntad de los jugadores. Durante un año entero nos vendieron que el presidente madridista tenía el sí de Kylian, aunque a la hora de la verdad el "sí" se transformó en un sonoro "no" que dejó al Madrid sin su fichaje estrella.

Nada se puede hacer sin la complicidad seria y sincera de los súpercracks del fútbol. Ya sea por dinero o por afinidad, empatía o alineación de intereses, son los que deciden. Mbappé eligió PSG y traicionó, o eso dicen, la palabra dada a Florentino Pérez. En su caso, no había traspaso, pero hace un año, cuando aún tenía contrato, el club francés rechazó 200 millones y ganó tiempo para convencer a su estrella de que su sitio estaba en París. Digan lo que digan en Madrid, Al-Khelaifi ganó la partida a Florentino y Mbappé jugará donde de verdad quería jugar, que no es precisamente en el Madrid.

UN TIPO DE FIAR. Con Lewandowski y el Barça ha ocurrido todo lo contrario. El Bayern no quería vender pero la fuerza del jugador le ha obligado a aceptar una razonable cantidad de dinero por un futbolista que el próximo año quedaría libre. Pudo hacer lo mismo que el PSG, obligar a Lewandowski a cumplir su contrato y tener un año para revertir la situación, pero no se ha atrevido.

Al margen de la estructura societaria de los clubs y la edad de los jugadores, hay un detalle que no podemos obviar: Mbappé nunca presionó lo que ha presionado Lewandowski. Quería irse del PSG, o eso decían en Madrid, sin mancharse, y eso es imposible. Mbappé no puso al PSG entre la espada y la pared el pasado verano y cuando pudo irse gratis, le faltó personalidad y eligió el dinero de Catar. Todo lo contrario que Lewandowski. Laporta le convenció y el polaco no le falló.

Apretó y apretó hasta que el Bayern cedió. Cumplió su compromiso con el Barça, desoyó cánticos de sirena del PSG y el Chelsea y jugará donde de verdad quiere jugar, pues para esto ha luchado. Es un tipo de fiar y esas cosas también se notan en el campo.

La clave: el francés nunca presionó al PSG como el polaco ha hecho con el Bayern.