Neymar debe decidir qué quiere ser de mayor

Neymar empieza a cuestionarse el cambio de aires...

Neymar empieza a cuestionarse el cambio de aires... / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Ayer vimos una imagen inédita: una estrella mundial rompiendo a llorar en una rueda de prensa. Fue lo que le sucedió a Neymar cuando escuchó los elogios de su seleccionador, y tras el vaivén emocional de las últimas semanas, se desmoronó en público. Las lágrimas de Neymar son el síntoma más visible de las montañas rusas en las que se ha transformado su vida tras dejar el Barça. Y a pesar de que ayer negó cualquier conflicto con Cavani o Emery e intentó hacer ver que sus problemas en el PSG son otra conspiración periodística, lo cierto es que nadie se cree que el inicio de su etapa en París sea preciamente una balsa de aceite. De hecho, el jugador brasileño está en muy mala situación para desmentir a nadie: se pasó el mes de julio jugando con el Barça, y tratando de hacer ver que lo que entonces se publicaba era una invención. Hasta que emergió la verdad, una pareja de extraños abogados entregó el famoso cheque de 222 millones y quedó al descubierto toda la estrategia: cuando algunos todavía se estaban pellizcando él ya estaba volando hacia París. Lo que tenía que ser un camino de rosas, en el que encontraría por fin un equipo donde fuera el líder y nadie le discutiría, se ha convertido en un ‘vía crucis’, porque hay un jugador que no está dispuesto de momento a ceder su posición en el vestuario y un entrenador que, equivocado o no, piensa que el colectivo debe estar por encima de cualquier estrella. Tras cuatro años en el Barça, donde jugaba acotado por la jerarquía de Messi y hacía esfuerzos para domar su carácter, da la sensación de que en París por fin se ha desmelenado y baja por una peligrosa rampa emocional en la que da rienda suelta a un carácter cada vez más histriónico. Neymar deberá decidir en breve qué quiere ser de mayor: ¿el mejor futbolista del mundo o el más adorado? Alguien deberá explicarle que no es lo mismo.