Messi continúa por obligación, no es la mejor solución

Leo Messi continuará en el FC Barcelona

Leo Messi continuará en el FC Barcelona / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

La guerra interna desatada en el Barca se ha parado pero nadie sabe cuándo llegará la paz. Vivimos sensaciones contrapuestas. Por un lado es una buena noticia que Messi continúe una temporada más. Por otro, es una mala noticia que lo haga por obligación, a regañadientes, sin un pacto a dos bandas. No tenemos claro que sea la mejor solución para el club. Es evidente que se queda en contra de su voluntad, la rebelión se ha cerrado en falso. Quedan heridas abiertas, duras acusaciones y un futuro incierto. El divorcio entre el crack y el presidente continúa, con cámaras y micrófonos.

Once días después del explosivo burofax, Leo rompió su silencio. Estaba en un callejón sin salida, no tenía otra opción que dar marcha atrás tomando la única decisión posible. Mal asesorado se creyó que las palabras valen más que los contratos. Fue a una guerra que tenía perdida pero supo rectificar a tiempo con una confesión con sabor a venganza. Continuará encerrado en una jaula de oro, a verlas venir. Hoy piensa que se marchará el 30 de junio con la baja en el bolsillo, pero el fútbol da muchas vueltas y más en año electoral. Mientras tanto, quizás tendría que responder a sus asesores con el mismo procedimiento, enviarles su cese por burofax por incompetentes.

Este caso con diálogo y sentido común se hubiese resuelto de mejor manera. Las dos partes no estuvieron a la altura. El Barca y Messi, Messi y el Barca, tienen motivos para estar eternamente agradecidos. Quien ha quedado en una situación comprometida es <strong>Bartomeu</strong>. Es muy duro que un jugador como Messi acuse públicamente al presidente de no cumplir la palabra. Mal asunto, si replica se puede reavivar la polémica, si calla puede quedar como el malo de la película. Máxime cuando hay una moción de censura en marcha que espera sacar votos de las aguas revueltas que bajan por el Camp NouBartomeu ha decidido optar por el silencio con el objetivo de acabar el mandato lo mejor posible.

A partir de ahora se abren muchos interrogantes. ¿Encajará Messi en el sistema de juego de Koeman? ¿Se sentirá motivado para tirar del carro en un año de transición? ¿Utilizarán su nombre en la campaña electoral? ¿Se sentirá feliz en el vestuario sin sus amigos del alma? ¿Hará las paces con Bartomeu? El tiempo, juez inapelable, dejará a cada uno en su lugar. Pero no nos engañemos, en el fondo todo dependerá de los resultados. Si se ganan títulos el burofax quedará como una anécdota. Si las cosas van mal resucitarán viejos fantasmas.

La clave: si se ganan títulos, el burofax de Leo quedará como una anécdota.

BARTOMEU SE MUERDE LA LENGUA

La declaración más esperada de Messi la hizo en bañador y chanclas a una web inglesa que le montó el decorado en casa con un periodista de cámara. Dijo lo que quería decir y no le preguntaron lo que no quería explicar. Disparó con bala contra el presidente que encajó con disgusto las críticas consciente de que pueden influir en la opinión publica.

Sin embargo no habrá replica ya que prefiere morderse la lengua para evitar otra polémica. Le queda la íntima satisfacción de que ha conseguido que el capitán no se vaya cuando tenía cerrado un acuerdo con el City. Siempre tuvo claro que no quería ser el presidente que pasara a la historia por vender a Messi. A cambio vive momentos de amargura lejos de los años de vino y rosas incluidas renovaciones a precio de oro. La gratitud no es moneda de curso legal en el fútbol. Lo saben bien muchos presidentes. Los triunfos se los apuntan los jugadores; los fracasos son de los directivos.