Mbappé se ha reído del madridismo

Kylian Mbappé

El futuro de Mbappé sigue en el aire / AFP

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El madridismo descansaba plácidamente, con el rostro relajado, soñando con Mbappé. Vestido de blanco, los goles caían uno tras otro en una fantasía onírica repetida noche tras noche desde hace mil y una noches. El Bernabéu aparecía siempre en pie y aplaudiendo al portentoso futbolista francés en bucle. ¡Cuántas noches de gloria! ¡Tic, tac! ¡Tic, tac!

Hasta que llegó el hombre del saco (en este caso lleno de billetes) y, con un zarandeo brusco, despertó a los soñadores madridistas gritándoles tras una máscara de Freddy Krueger que “Kylian se mira, pero no se toca”. Todo es cuestión de dinero, de mucho dinero, de cantidades pornográficas de dinero, de montañas de dinero con el que poder comprarse cualquier cosa que esté en venta y gran parte de lo que no lo está.

A Mbappé le importa un pimiento el Bernabéu y la historia del Real Madrid con la Copa de Europa. Le interesa cero el peso de la camiseta y la épica le suena a película de aventuras, pura ficción. El bueno de Kylian lo único que ha tenido en mente durante los dos años o más que ha durado el culebrón de sábado por la tarde y siesta es el “¿quién da más?”.

Mbappé convirtió su renovación en una subasta con dos compradores, Florentino Pérez y el Emir de Catar, como únicos potenciales compradores. Y aunque el presidente madridista tiene mucho poder y el Real Madrid está saneadísimo más allá de Orion, al emir de Catar le entró la risa cuando le plantearon el pulso. El PSG y Mbappé han hecho creer al madridismo, con la connivencia de quien manda en Madrid, el cómplice necesario, que los blancos podían ganar la batalla a Tamim bin Hamad Al Thani. Y ahora sabemos que todo era cuestión, única y exclusivamente, de pasta.

Los altavoces blancos han berreado durante dos veranos todo aquello que les han obligado a berrear mientras quien lo hacía se escondía. Son esos voceros quienes ahora tendrán que dar explicaciones a su audiencia mientras quien movía sus hilos seguirá sin darlas porque Florentino Pérez no siempre gana, pero es evidente que nunca pierde. Ahora caerán sobre Kylian montañas de heces para tapar sus mentiras, pero el portentoso futbolista francés seguirá a lo suyo, coleccionando billetes y goles vestido con la camiseta del PSG. Kylian se queda en casa, París. Decirle “no” al Real Madrid nunca fue tan fácil.