Máximos y mínimos

Los jugadores del Barça celebran el gol de De Jong al Huesca

Los jugadores del Barça celebran el gol de De Jong al Huesca / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Sin duda, hay ganas de volver a ver un buen Barça. Por eso se sigue alabando lo que sea, aunque se trate de una intervención anecdótica de Ter Stegen, como la de anteayer ante la complicada cesión de Sergio que le obligó a controlar el balón con la cabeza justo bajo el travesaño. O de realzar cualquier acción de Araujo o Mingueza, ambos de la Masía, claro. ¡Cuanta nostalgia con la gente de casa! Incluso los cinco minutos que de vez en cuando le dan a Riqui Puig son motivo de una gran alegría culé. Con De Jong sucede lo mismo. Marcó ante el Huesca y la ilusión de volver a ver al Frenkie del Ajax provoca el elogio rápido. Como con Dembélé, excelente media hora ante el colista. Solo 30 minutos, pero se dan por maravillosos. Sobre orden, ritmo y rendimiento, mejor no hablar. Lo dicho, ganas de algo ante tanta escasez.

Con Messi -aún no exhibiendo su mejor versión- da para ganarle al Huesca pero sin él el drama se convierte a menudo en tragedia, como ante el Eibar, por ejemplo. En tiempos de éxitos, con Ansu Fati todavía lesionado, solo la aparición de Pedri sería destacable. En realidad, muy destacable porque el canario es digno de los mejores equipos de los tripletes de Guardiola o Luis Enrique. Pedri apunta a fuera de serie por su calidad -juega y destaca en la zona caliente, donde no hay espacios-, por su personalidad -nadie está tirando más del carro que él- y por su edad -18 años acabados de cumplir-. Es verdad que las crisis ofrecen oportunidades y que el de Tegueste está aprovechando la suya aunque parece difícil imaginar que Pep o Lucho no hubieran aprovechado tanto talento aunque fuera restando minutos a cracks como Xavi o Iniesta.

El Barcelona de hoy vive instalado en un escenario de mínimos realmente preocupante. Es evidente que, aunque parezca mentira porque hace ya muchos años que se descubrió el gran tesoro azulgrana, deambula buscando su identidad y aunque parezca mentira, también, algunos han llegado a aquel punto temido por muchos barcelonistas en que todo es justificable si el resultado es favorable. Olvidarse del concepto y de la esencia lleva al Barça a la mediocridad de épocas pasadas donde el balón quedaba escondido entre cuestiones colaterales que nada tenían que ver con el fútbol. En aquellos momentos la lucha sirvió de mucho pero de estas cuestiones también hace tiempo que el club se desmarcó. Por responsabilidad, hay que apelar a la autocrítica más cruel para regresar a la élite. Basta de teoría. Hay que pasar a la práctica. Y rápido, porque otros clubes en Europa llegaron demasiado tarde a su propio rescate y así les van las cosas...