Luis Enrique, el 'caso Guardiola' bis

Luis Enrique, en un momento delicado

Luis Enrique, en un momento delicado / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

La historia es tozuda y a veces se repite con un paralelismo terrible. Las cosas que pasaron en el Barça en el 2012, pueden volver a suceder cinco años después. Vayamos al grano. La sensación de fracaso que se está viviendo tras la dolorosa humillación de París -pendiente de confirmación o rectificación el 8 de marzo en el partido de vuelta- puede acabar repitiendo lo sucedido en abril del 2012 cuando el Chelsea de Di Matteo eliminó en semifinales de la Champions al campeón y al día siguiente Guardiola anunció su marcha. Luis Enrique está viviendo también la dura experiencia de un banquillo que quema y desgasta a los entrenadores a velocidad de vértigo. Con dos diferencias remarcables, el asturiano lleva un año menos en el cargo que su amigo Pep y el equipo puede caer en octavos de final, cosa que no sucede desde hace diez años.

Hagamos un poco de memoria. Guardiola confesó en la rueda de prensa (27 abril 2012) en la que anunció su marcha, varias frases que ahora mismo puede hacer suyas Luis Enrique: “El tiempo lo desgasta todo. Me he vaciado y necesito rellenarme. En otoño mi cabeza ya pensaba que era el último año”. Después de ganar 14 títulos en cuatro años, el listón estaba tan alto que era una losa demasiado alta para el de Santpedor. Su trato con los jugadores había pasado del cariño a la crispación, fruto de su ambición perfeccionista y de exigir siempre el máximo. Al respecto hizo una frase lapidaria: “Necesito descansar, porque si no nos hubiéramos hecho daño”. Al respecto hay que recordar que a la rueda de prensa de despedida acudieron todos los pesos pesados de la plantilla en primera fila excepto Messi, con quien la relación personal acabó muy deteriorada.

Si la lógica futbolista se confirma el 8 de marzo, Luis Enrique puede vivir una situación muy parecida a la que vivió Guardiola cuando el Chelsea les dejó KO en el Camp Nou. Pep hizo una reflexión sincera de aquella eliminación: “Fue un palo muy duro para mí. Éramos mejores y perdimos. Me sentí como si no pudiera levantar la moral del equipo”. Palabras que también podrá hacer suyas el actual entrenador si el PSG les deja en la cuneta. Cuando un técnico reconoce que su fuerza moral con los jugadores no tiene efecto, renunciar es una decisión comprensible.

De este relato se desprende que aún teniendo una personalidad muy diferente, Guardiola y Luis Enrique viven trayectorias paralelas. Los dos jugaron en el Barça, los dos se formaron como técnicos entrenando al B, los dos son luchadores y tienen un carácter indomable, los dos ganaron muchos títulos, los dos han sufrido el enorme desgaste de un banquillo que obliga siempre a ganar. Un año y medio después de dejar el Barça, cuando ya entrenaba al Bayern, Guardiola recordó: “Me fui del Barça porque ya no podía motivar a los jugadores”. En una situación muy parecida se encuentra ahora Luis Enrique. Aunque no quiera ni pueda confesarlo, su decisión de no renovar que alimenta desde hace tiempo, la tiene tomada pase lo que pase, se ganen o se pierdan títulos. Y el club está trabajando ya en esta hipótesis, no cambia el proyecto, cambiará el entrenador.