Levantar alfombras o destrozar el parquet
Cuando Joan Laporta ganó las elecciones en 2003, una de sus promesas electorales fue levantar alfombras para ver toda la suciedad heredada de la etapa de Joan Gaspart al frente del club. A la hora de la verdad, tuvo que ser un juez (animado por dos socios del Barça) en 2005 quien obligara a mostrar la nefasta gestión del anterior presidente. Con el paso del tiempo, el término levantar alfombras ha mutado. Ferran Reverter, director general, lo hizo el otro día presentando las conclusiones de la ‘due dilligence’ sin necesidad de que ninguna instancia judicial se lo pidiera: “Estamos haciendo un ejercicio de transparencia que rara vez se hace”, dijo antes de empezar. El pasado le da toda la razón.
Pero ahora la alfombra ha mutado y levantarla no significa mostrar los resultados de una auditoría, sino investigar hasta el fondo todo lo que ha sucedido en los últimos años para confirmar o descartar “presuntas corruptelas y actuaciones delicitivas”. O, lo que es lo mismo: si alguien, como acuñó el ex vicepresidente Emili Rousaud, metió la mano en la caja. El irresponsable no se convierte en delincuente hasta que se demuestre que lo es. El mal gestor, tampoco. Cuando Reverter apareció en el Auditori 1899 parecía que había llegado el momento de conocer la verdad y nada más que la verdad, pero el ejercicio de transparencia se limitó a levantar la alfombra al estilo de como se levantaban a principios de siglo. La moda ha cambiado mucho y lo que entonces era era un tejido transparente que mostraba todas las vergüenzas ahora parece un ‘burka’. No, no es suficiente por dos motivos: el socio echó a Bartomeu para que quien entrara investigara qué ha pasado y, también, porque las acusaciones de presuntos delitos son tan graves que no pueden permanecer flotando en el aire.
Laporta lo sabe y, por eso, ha pedido que se realice un informe ‘forensic’, otro neologismo económico en el idioma blaugrana que apunta a vivir días de gloria como antes los habían vivido la decadente ‘due dillingence’ o el siempre útil ‘EBITDA’. Los resultados tardarán en llegar y la sensación es que no hay prisa. Cuando lleguen será el momento de tomar decisiones trascendentes, de esas que crean precedentes dolorosos, como en su día ocurrió con otra de esas expresiones tan culés, la acción de responsabilidad. El desgaste durante todo este tiempo de espera lo padece Bartomeu y su junta, pero también Laporta, que, tras lanzar acusaciones tan graves, está obligado a levantar la alfombra, arrancar el parquet, coger pico y pala y desenterrar hasta el último cadáver. Si es que los hay.
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