Opinión

Larga orfandad al 9 y al 10

Ansu Fati abandona el Barça

Ansu Fati podría abandonar el Barça / SPORT.es

Antes de abordar el tema principal del artículo haré un poco de arqueología balompédica para rememorar la historia del dorsal, vestigio identificativo regulado por la ridícula reglamentación futbolística.

Cuando éramos pequeños, los números de camiseta servían para identificar el equipo titular (del 1 al 11) y a la posición del jugador. Recuerden, el 1 sólo para porteros, el lateral derecho con el 2 y el central con el 3, el 8 para el interior derecho, mientras que 7, 9 y 11 pertenecían a los tres delanteros. Nadie tenía un dorsal en propiedad, nadie tenía su nombre inscrito en la camiseta (que antiguo parece ahora, que poco comercial era).

Cruyff, genio y figura, innovador e irreverente, en su época de jugador decidió, en un momento dado, lucir el 14 a pesar de ser titular, tanto en el Ajax, como en la selección holandesa (es lo que tiene ser Díos en tu pais). Tuvo que aceptar, al llegar al Barça tardofranquista, volver a lucir el nueve que había llevado en sus inicios.

En su etapa de entrenador rompió los significados numéricos de las posiciones clásicas. Guardiola, el 4, era el metrónomo del equipo, al mismo tiempo que Stoichkov con el 8 era un extremo a pierna cambiada, al igual que Laudrup con el 9 cayendo por la banda contraria.

Volvamos a la actualidad: Tanto el dorsal 9 del Real Madrid, como el 10 del FCBarcelona no se verán en los terrenos de juego esta temporada, si nada cambia. ¿Nadie los ha querido vestir? ¿Es una decisión de los clubes? ¿Casualidad? Seguramente no.

Vayamos por partes, primero hablemos de fútbol y después de marketing. ¿Quién en su sano juicio decide heredar la camiseta de Benzema y Messi? Hay que ser muy atrevido. Sólo el ejercicio de aceptar vestir esa camiseta, implica que el atleta asuma una presión innecesaria. Si, además, la posición en la que juega el nuevo jugador es la misma del antiguo propietario de la zamarra, aún más ruido a su alrededor

Joselú llegó al Bernabeu en verano, siempre que había podido había jugado con el 9 (Espanyol, Alavés, Eintracht y Stoke City), pero decidió vestir un número que ya había llevado antes: el 14. En Can Barça se cometió un error monumental hace tres temporadas: correr a entregar el número 10 de Leo Messi a un jugador. Las prisas por encumbrar a un nuevo mito fecundado en La Pedrera que tapara el agujero del argentino no fueron la mejor decisión. En mal momento Ansu Fati decidió aceptar tal regalo envenenado, obviamente su mala racha no empieza por la camiseta, pero esta no ayuda.

Esta temporada, con la reasignación de dorsales, antes de marcharse, decidió dejarlo… a nadie. El 10 del Barça debe ser y será de Messi, no se debería vestir por nadie más nunca jamás. En Estados Unidos, los reyes del marketing, la práctica de retirar camisetas es tan habitual como próspera económicamente. Que el Inter de Miami no la retire la del 10 antes que nosotros, porque a ellos les bastarán dos temporadas para hacerlo.

La reglamentación de LaLiga, arcaica y trasnochada, oficialmente deja retirar dorsales, pero a costa de perder fichas del primer equipo, por tanto, oficiosamente no lo permite, craso cástigo a la marca y el negocio. ¿Quién no retiraría el 9 de Benzema o el 10 de Messi?