Con Koeman o sin Koeman, esto es lo que hay

Koeman, en el duelo ante el Benfica

Koeman, en el duelo ante el Benfica / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Con Koeman o sin Koeman, esto es lo que hay. Con Koeman o sin Koeman, este Barça da para lo que da. Y es que el problema no es Koeman. O, al menos, no es el gran problema. El gran problema, el auténtico problema, es una plantilla descompensada y unos jugadores (muchos, no todos) que no están ni para ser suplentes. El Barça es un equipo débil. Muy débil. Incompleto. Con una tremenda fragilidad defensiva. Y sin capacidad ofensiva. Sin gol. Cualquier rival de cierto nivel es capaz de destrozar al conjunto blaugrana. Lo hizo el Bayern. Lo hizo el Benfica. Y anoche lo hizo el Atlético. Tres derrotas dolorosas que desnudan absolutamente la realidad del Barça: no está para competir.

Koeman seguirá hasta no se sabe cuando tras un giro sorprendente y dramático de la situación. Laporta, después de dos conversaciones con el técnico holandés, ha cambiado de opinión. El jueves, Koeman estaba sentenciado. Iba a ser destituido. Y solo faltaba encontrarle sustituto. El propio entrenador lo reconocía en la rueda de prensa del viernes, que sonó a despedida. Ayer, antes del partido en el Wanda, el presidente ratificó a Koeman: “Seguirá pase lo que pase”. Y lo que pasó fue un nuevo KO sin paliativos. ¿Y ahora qué? Nadie lo sabe. A esperar, tal vez, un milagro... Menudo drama.

Corría el minuto 23. Imperdonable desajuste defensivo. Lemar, cómodamente, marca el 1-0. Busquets y Piqué se culpan mutuamente del gol. Y Koeman, en el palco, se desgañita por teléfono, indignado por el error. Esa es la imagen de un Barça decadente que no tiene remedio. Bueno, sí tiene remedio. Pero es inasumible en estos momentos. Porque el único remedio es una revolución total en el vestuario. Una regeneración absoluta, con una apuesta descarada por los jóvenes. Y fichajes. Hay que buscar dinero, hay que sacarlo de donde sea, para poder incorporar futbolistas determinantes el próximo verano.

Se necesitan refuerzos de calidad. Estrellas. No jugadores de medio pelo. Ni suplentes de suplentes. Hay que fichar cracks que ayuden a los canteranos a construir un nuevo Barça. Y hasta que no llegue ese momento habrá que tener paciencia. Mucha paciencia. Porque lo que vimos anoche en el Wanda Metropolitano (que es lo mismo que vimos en Lisboa) me temo que será la tónica a lo largo de toda la temporada. Salvo que Dembélé y el Kun Agüero se hinchen a marcar goles después de sus respectivas lesiones. Y eso, sinceramente, sí que sería un milagro.