Juegos de Invierno, sí o no, pero ya

Pere Aragonès, presidente de la Generalitat de Cataluña.

Pere Aragonès, presidente de la Generalitat de Cataluña. / DAVID CASTRO

Marc Menchén

Marc Menchén

El COI hace tiempo que decidió que no repetiría los errores del pasado. Ni candidaturas que después convirtieran ciudades en cementerios deportivos, ni que prometieran miles de millones de inversión o no tengan un claro respaldo social. En estas, emergió la alternativa de Barcelona-Pirineus, Pirineus-Barcelona y ahora ya no sabemos qué nombre será necesario para que los políticos dejen de politiquear en debates absurdos que lo único que pueden provocar son dos cosas, y no precisamente positivas: que otra candidatura les pase por la derecha y se quede adjudique la cita, y que el apoyo social al proyecto se derrumbe por hastío.

Los detractores de los Juegos siguen con aquella visión miope sobre el deporte como un caladero de espectáculo para dominar a las masas que es especulativo y llena los bolsillos de cuatro. “No representa el futuro económico del Pirineo ni el modelo de transformación que necesita el país”, ha afirmado el portavoz de los comunes y diputado del Congreso, Joan Mena.

Puedo entender los miedos tras estrepitosos fracasos por medio mundo, pero creo que nadie puede dudar del salto que dio Barcelona en 1992. No ver al deporte como un elemento más de promoción turística del territorio y un generador de riqueza en áreas poco industrializadas es pensar que el deporte es sólo lo que acontece el fin de semana por televisión.

Situar al Pirineo como un destino de nieve a través de unos Juegos que llegan a cientos de millones de hogares es una oportunidad que no puede dejarse escapar. Sobre todo, porque las inversiones necesarias son mínimas tras el trabajo de estos últimos años en buscar alianzas con otras regiones para que determinadas pruebas no exijan inversiones inútiles. No, no hablamos de tirar 90 millones en una pista de skeleton.

Evidentemente que se exigirá inversión público-privada, cifrada en unos 500 millones de euros. El riesgo para la Administración será menor cuanta más unidad existe para seducir a los patrocinadores, que en citas como Tokio 2020 o París 2024 están cubriendo una parte importante de los costes operativos. El COI, por su parte, garantiza 900 millones de inversión y una ventana al mundo que las empresas deportivas que operan en el Pirineo no podrían permitirse.

Debatamos y que los ciudadanos de los territorios donde se desarrollará la actividad opinen, pero dejemos de ver al deporte como algo superfluo de lo que se puede prescindir. Esa visión ha provocado que Catalunya pierda el tradicional liderazgo como sede de eventos internacionales. Hoy, en España, uno piensa antes en Madrid, Valencia o Sevilla a la hora de buscar sedes. Y no, unos Juegos de Invierno no deben estar reñidos con el modelo económico de un país.