La gran palanca emocional

Los jugadores del Barça celebran el título de Liga en el Spotify Camp Nou

Los jugadores del Barça celebran el título de Liga en el Spotify Camp Nou / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

“Sí, sí, sí, la Liga ya está aquí”. Fiesta mayor en el Camp Nou, final feliz para una agonía diaria, broche de oro para un curso agotador y repleto de sobresaltos, sucesos y dificultades. Es un título meritorio, que será recordado y que debería significar un punto de inflexión. El club, que durante toda la temporada ha estado sentado en un volcán económico en constante erupción, respira aliviado porque el equipo ha puesto la primera piedra para construir un futuro mejor. El título es un dique para la crisis, un muro para la maltrecha economía y una esperanza para un Barça mejor. Esta ha sido la Liga de Xavi Hernández. Nos vendieron que el Barça le quedaba grande, que estaba más verde que una lechuga y que, después de cada derrota, se le ponía cara de Koeman. La realidad es que Xavi, que aún está en formación, ha ganado un título con un equipo que todavía está en construcción, condenando al Madrid a mirar por el retrovisor primero y dimitir después. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Este título también ha sido el de Ter Stegen, al que no le han pasado ni los rayos X. Este ha sido el campeonato de una defensa de titanio (Araujo, Koundé, Christensen, Alba y Alonso), la reivindicación del veterano Lewandowski, el de los arabescos en los extremos (Dembélé y Raphinha), el adiós del mejor mediocentro de la década (Busquets) y la confirmación de La Masia (Pedri, Gavi, Balde). Este ha sido un título merecido, un objetivo conquistado, un paréntesis para la desilusión. Hubo pasillo al campeón, tradicional vuelta de honor, ovaciones, manteo, parlamentos, senyeras y todo el estadio reclamando el regreso del hijo pródigo, Messi. Había que ponerse de pie y el equipo lo hizo. Había que ganar esta Liga y se ha ganado. Había que recuperar el trono doméstico y se logró. Había licencia para disfrutar y el socio lo hizo. Fue la vigésima séptima Liga del club, que sabe a gloria tras cuatro años de sequía y que permite al socio recuperar la ilusión. La celebración deja una declaración de intenciones en el aire: La lliga és nostra, el futur, també.

En un club cuyo gran pecado ha sido utilizar el pasado como sofá y no como trampolín, este título debe servir como palanca emocional para seguir creciendo y recuperar el terreno perdido. Falta mucho trabajo por hacer. Completar la mudanza, multiplicar ingresos, rebajar masa salarial, rematar el plan de viabilidad y cuadrar el ‘fair play’. Será un verano agitado, con decisiones tan necesarias como impopulares. Falta mucho para devolver al Barça al estatus que jamás debió perder. Lo que nadie puede dudar es que esta Liga es la gran palanca emocional que necesitaba el socio. La primera piedra para construir un mañana mejor.  

SE QUEDA

Desgaste importante, oferta del Aston Villa y maleta hecha. El ‘adeu’ de Alemany parecía hecho pero Mateu, en el último instante, eligió quedarse para acabar su obra. Tan sorprendente como bueno para el Barça. Mateu ahora afronta nuevo reto. Un ‘tres en uno’: formar tándem con Deco, cuadrar el plan de viabilidad y ganar la batalla del ‘fair play’.

EL FRACASADO

Semana grande. Reventó al Madrid, estará en Estambul y ganó la Premier con el City. En 14 años como entrenador, Guardiola, con un fútbol espectacular, ha conquisado 33 títulos en 14 años y 11 ligas de 14 posibles. La caverna está escocida. Que sigan llamándole fracasado. La verdad es que todos soñaríamos fracasar así. Es el Messi de los banquillos.