El Girona compite, y planifica, mejor que el Barça

Barça - Girona

Barça - Girona / VALENTI ENRICH

Ernest Folch

Ernest Folch

Hay partidos que dejan heridas traumáticas de consecuencias imprevisibles. Al Girona le bastó hurgar en el corte sangrante de la defensa enferma del Barça para dejar al Barça desmontado y con la sensación que ayer se le marcharon bastante más que tres puntos. El equipo de Xavi se refugió en su medio campo para sobrevivir en la primera parte y en su épica para discutirle al Girona su dominio en el tiempo de descuento en los que un inoperante Lewandowsky pudo empatar un partido que en realidad el Barça nunca pudo domar.

El partido nos sirvió una de las mejores primeras partes que se recuerdan en la Liga española en mucho tiempo, por los dos equipos que más quieren el balón y que mejor conocen las verdades de esto que conocemos como juego de posición. Fue un duelo colosal, en el que el fútbol de toque alcanzó cotas memorables, con el Barça jugando de viejo guardián de las esencias y el Girona de aprendiz que ya supera a su maestro. La primera parte hubiera podido terminar 3-3 pero concluyó 1-2 no por ninguna casualidad, sino porque en realidad ya aparecieron los dos grandes males del Barça esta temporada: la la inconstancia en el juego y la fragilidad defensiva.

El equipo sangró una vez más por la banda de Koundé, pagó muy caro un error de posición de Christensen y fue incapaz de entender de qué jugaba un maravilloso Miguel, un futbolista estratosférico que ayer desarboló todas las líneas del Barça y que le demostró a estos planificadores sospechosos de plantilla que tiene el club blaugrana que quizás en el fútbol las cosas no son tan difíciles y que hay que fichar a los buenos, independientemente de como se llamen, de qué representante tengan y de cuanto cuesten. A medida que el partido fue avanzando el Girona fue creciendo y se empezó a creer lo que ahora mismo es ya una certeza tan indiscutible como increíble: es el mejor equipo de esta Liga, con mucha diferencia.

Y lo es porque es un equipo de verdad, con un entrenador apasionado por este deporte, que ha conseguido transmitir a sus futbolistas una idea valiente, brillante y dinámica del juego. Queda ciertamente mucha Liga, pero el partido de Montjuic deja hoy al Girona con pinta de aquel Leicester de Ranieri que logró contra todo pronóstico ganar una Premier League. En cualquier caso, el Girona asestó ayer un terrible golpe al Barça, que vuelve desconcertado al mismo punto en el que se encontraba antes del partido del Porto.

La sensación es que el club blaugrana, desde hace años, quiere ir siempre más rápido de lo que en realidad puede. Se prometen muchas cosas grandilocuentes, pero en realidad se ven muy pocas. Lo primero que deberá el Barça es asumir su nuevo rol: aunque cueste de creer, el Girona es hoy superior porque está mejor entrenado y, sobre todo, mejor planificado.