La final acabó siendo un gran homenaje a Iniesta

Iniesta está disfrutando de sus últimos días de blaugrana

Iniesta está disfrutando de sus últimos días de blaugrana / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Veinticuatro horas después del mejor partido de la temporada del Barça, una goleada histórica que fue a la vez un homenaje a Iniesta, tenemos  sensaciones contradictorias. Por un lado hay que reconocer el valor del doblete en la primera temporada de Valverde; por otro, sentimos tristeza cuando pensamos que si llegan a jugar igual en Roma ahora estarían en semifinales de la Champions. Cuesta entender cómo el mismo equipo es capaz de dar dos versiones tan distintas en tan corto espacio de tiempo. El sábado, en Madrid, jugaron un partidazo; días antes dieron una penosa impresión tirando por la borda el título más importante de la temporada. Cara y cruz.

Viendo cómo fue capaz de jugar el Barça frente al Sevilla, da más rabia todavía que se tomaran la vuelta de Roma como un trámite, como un error imperdonable que supone un borrón a la temporada. Es la diferencia entre jugar con los cinco sentidos y confiarse en exceso. Mal que nos pese, el mazazo de la Champions sirvió de algo, para que salieran en Madrid con los cinco sentidos enchufados, con una actitud positiva que desarboló a un rival técnicamente inferior que nunca dio la sensación de poder plantar cara al indiscutible campeón de Copa. Y por si fuera poco, apareció un Iniesta iluminado que brilló como una gran estrella, eclipsó a Messi y su nombre fue coreado como uno de los más grandes del fútbol español.

Para Andrés fue el partido soñado. Demostró que querer es poder. Sabía que era su última final y realizó un partido para enmarcar. Redondo de principio a fin. Con un golazo como premio especial. La final acabó convirtiéndose en un auténtico homenaje al de Fuentealbilla. Sentimentalmente fue el encuentro más importante de su vida. Deportivamente la final del Mundial ganada en Sudáfrica con un gol inolvidable fue el punto culminante de su carrera. Pero el del sábado tenía una carga emocional muy potente. Su título número 31 con el Barça, su sexta Copa del Rey. Un adiós a lo grande después de toda una vida de barcelonista. Todo el mundo sabe que se va a jugar a China, pero lo que tiene mérito es que se va por la puerta grande, consciente del paso trascendental que da en su vida. Es cuestión de asegurar el futuro, la familia y el negocio. Iniesta se ha ganado el derecho a tomar la decisión que considere oportuna.

En cuatro años se han ido del Barça tres jugadores que hicieron historia, tres canteranos que ganaron todos los títulos y que marcaron una época. El 2014 se retiró Puyol por decisión propia víctima de las muchas lesiones que acumuló en su brillante carrera. Su ausencia fue muy importante ya que al club le costó mucho encontrar un sustituto de garantías. El 2015 fue el año de la marcha de Xavi, un jugador clave en el Barça de las seis Copas de Guardiola. Después de 17 temporadas de blaugrana, consciente de que la edad no perdona, decidió terminar su carrera en Qatar, donde la exigencia deportiva es mucho menor. Ahora le toca el turno a Iniesta. Se va a China después de haber dado los mejores años de su vida al Barça. Aunque duela en el corazón, es ley de vida.