Sin exigencia no hay paraíso

Xavi, en Old Trafford

Xavi, en Old Trafford / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça cayó en Manchester, y sorprendentemente nadie se rasgó las vestiduras por primera vez en muchos años tras un fracaso europeo. El propio Xavi, el vestuario entero y una parte significativa del entorno se agarraron a la buena primera parte que hizo el equipo, y todos al unísono repitieron la misma frase: "Esta vez el equipo sí que ha competido".

Puede decirse que es la primera vez en muchos años que todos, equipo, club y entorno, se ponen mayoritariamente de acuerdo en que quedar fuera de Europa no es especialmente grave. Nada resume mejor este espíritu que las palabras de Xavi después del encuentro: "Hemos estado mucho mejor que la temporada pasada". Incluso hay quien celebraba la eliminación, argumentando que "por fin nos hemos sacado de encima la Europa League", como si un título fuera un incordio.

Con este clima, quizás no es sorprendente que el equipo sucumbiera ante el Almería solo tres días más tarde. Dando por buena una triste eliminación en dieciseisavos de final en una competición menor europea, se ha bajado tanto el listón que no es de extrañar que el equipo termine creyéndose su propia falta de ambición.

Las lecturas condescendientes de la derrota en Manchester, obviando por ejemplo que en la segunda parte el United atropelló al Barça, pueden llevar a un peligroso estado de ánimo en el que, en vez de encarar los problemas, se tapan. Tampoco es la primera vez esta temporada que se esgrimen excusas como las lesiones, y siendo cierto que las bajas de Dembélé o Pedri son sumamente sensibles, el Barça no tiene la exclusiva de tener bajas, que también afectan a sus rivales.

Desengañémonos: los grandes equipos no se justifican, se reponen de los tropiezos, luchan y sobre todo son ambiciosos. No hay nada más peligroso para el equipo que la falta de exigencia que lo rodea. El equipo de Xavi tiene en la eliminatoria de Copa en el Bernabéu una oportunidad única para revertir este estado de ánimo cada vez más peligroso.

En vez de edulcorar las derrotas lo que hay que hacer es exigir rendimiento y resultados, así como una buena planificación de plantilla. El desastre frente al Almería ha tenido la virtud de mostrar al equipo que la Liga está lejos de estar ganada, a pesar de la incomparecencia de los rivales. ¿Y si dejamos de poner excusas y volvemos, todos, a ser exigentes?