Pues sí, el entorno tenía razón

Xavi en el partido contra el Granada

Xavi en el partido contra el Granada / Javi Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

Antes del partido contra el Granada, Xavi resucitó el viejo fantasma que se inventó Cruyff de nombre “entorno”, un ente tan indescifrable y difuso como decisivo en el destino del club. Y desde que el maestro de maestros acuñó el término y le dio forma y verbo, el maldito entorno (díganle tóxico, díganle apasionado, díganle quisquilloso o díganle sencillamente exigente) persigue a todos los entrenadores del Barça. 

Quizás por eso Xavi se quejaba amargamente el sábado en rueda de prensa: “El entorno del Barça tiene una capacidad tremenda de infravalorar todo, todo, todo...” Y remató: “¡Es tremendo!”. 

Pues si Xavi temía el entorno, el tropiezo ante el Granada le trae dos tazas y de las buenas. Porque la jornada nos deja un partido de lecturas múltiples y enrevesadas, pero que indudablemente demuestra que el Barça está todavía muy lejos de alcanzar esta palabra tan querida por el entorno que se llama excelencia. Lo más benévolo que puede decirse del partido en Granada es que el equipo luchó hasta el final y tiró una vez más de la épica, como ya hizo ante el Villarreal y el Celta, y si esta vez no logró la victoria fue básicamente por una decisión inexplicable del maldito Soto Grado, que ya birló al Barça una victoria en la primera jornada.

Pero, Soto Grado aparte, es otro hecho incontestable que el Barça, que es un equipo que ha aumentado este año sus prestaciones ofensivas, es infinitamente más vulnerable que el equipo que el año pasado ganó la Liga precisamente blindando su portería. Ayer mismo recibió dos goles (ya lleva 10 encajados en solo 11 partidos), pero estuvo a un tris de recibir un tercero del héroe local Bryan Zaragoza.

Le guste o no a Xavi, el partido de ayer sirvió para ratificar que las quejas del entorno tras las justitas victorias ante el Sevilla y el Oporto quizás no iban tan desencaminadas. Porque el Barça es ahora mismo un equipo entusiasta y luchador, pero todavía a media cocción: la sensación es que todavía no cuaja esta mezcla de veteranía y juventud extremas con las que se ha diseñado la plantilla. 

Por un lado, jugadores como Gündogan u Oriol Romeu no terminan de arrancar, y las jóvenes perlas como Fermín o Lamine (ayer estuvieron más desdibujados que de costumbre y fueron sustituidos) tienen que aprender todavía a comer mucha arena en campos como en los del Granada: en el fútbol no todos los días son cuentos de hadas, hay días perros como los de ayer en los que hay que aprender a sufrir. En cualquier caso, no hay nada más peligroso para este entorno del que se quejaba Xavi que un tropiezo antes de una pausa de selecciones, es decir, antes de quince días interminables sin fútbol pero con las mismas horas de tertulias. Y es que el entorno puede ser todo lo tóxico que quieran, pero a veces tiene razón.