Ea, ea, ea Ducati se cabrea

Luca Marini, de Ducati

Luca Marini, de Ducati / SPORT

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Los de Borgo Panigale han puesto el grito en el cielo. No toleran que se diga que tienen favoritismo por alguno de los ocho pilotos que corren en MotoGP con sus Desmosedici. Y la verdad es que, viendo como no quisieron (o no supieron) frenar los ímpetus de Enea Bastiannini en detrimento de los intereses de Francesco Bagnaia tanto en la definición de la parrilla de salida para las carreras de Mandalika como en la Sprint Race del sábado pasado, puede que tengan razón.

Aunque tal y como celebraron en el box del Ducati Lenovo Team la extraordinaria victoria del vigente campeón tras su fenomenal remontada del domingo (del decimotercer puesto en la salida al primero en la línea de meta), se hace difícil creer que todos son iguales ante los ojos de Gigi Dall’Igna.

Sobretodo después de ver como tanto Paolo Ciabatti -director del equipo- como Davide Tardozzi -su team manager- entraron en una especie de ritual satánico, como si de una ceremonia vudú se tratara o como si fuese un hechizo macumba, cuando Pecco recuperó el liderato del mundial que se le había escapado el día anterior… y beneficiándose del incomprensible error de Jorge Martín al tirar por la borda una victoria que casi tenía en el bolsillo.

Me contaba el de San Sebastián de los Reyes poco antes de la prueba de Indonesia que desde Ducati nadie le había indicado que “no molestará” a Pecco, ni creía que le fueran a dictar ninguna clase de orden de aquí a final de temporada.

El propio Dall’Igna ha hablado del “ecosistema” Ducati, de un mundo feliz en el que todos comparten sus datos telemétricos y trabajan colectivamente en la puesta a punto de la moto carrera tras carrera. Un método que, cuando se dispone de ocho pilotos con la (casi) misma moto, permite avanzar en la obtención de los reglajes a una velocidad pasmosa.

Sobretodo si lo comparamos con la carga de trabajo que en Yamaha, por ejemplo, recae solo sobre Quartararo y Morbidelli. De ahí que el francés dijera en su momento “en Ducati traen diez novedades en cada GP, y en Yamaha una cada diez carreras”.

La semana pasada les decía lo extraño que podría resultar para los patrocinadores del equipo oficial de Ducati (el de las motos rojas, vaya) que el título lo ganara una moto satélite como la de Martín, aunque el español haya comentado que no hay diferencias entre su moto y la de Pecco. Pero ya se sabe que con la electrónica se pueden hacer maravillas…

Cupra

Gane quien gane el título de este año -un piloto con una Ducati, por supuesto- será curioso ver cómo se las arreglarán en la marca italiana para mantener ese “oasis” que se supone que hay ahora en los boxes de Ducati Lenovo, Pramac, Gressini y Rossi (Mooney VR46), ese “buen rollito” que dicen que llevan Pecco, la Bestia, Martín, Zarco (que se va a Honda con Cecchinello, a la espera de una KTM en 2025, y que será sustituido por Morbidelli), Bezzechi y Marini… cuando llegue Marc Márquez el año próximo.

Decía su hermano Alex a los micrófonos de Suzy Perry que está convencido que si Marc no se divierte el año próximo… colgará el casco al término de 2024. El octo campeón mundial quiere volver a pasárselo bien pilotando una moto. Por eso al fichar por el equipo que dirige Nadia Padovani ha sacrificado dinero, trabajar con sus amigos de siempre, para salir de la “zona de confort” (extraño confort el de Honda, con cuya moto ya lleva la friolera de ¡23 caídas! este año). Pero si se divierte, si vuelve a ganar, si vuelve a verse con opciones de ampliar su panoplia de títulos mundiales…¡ay del ecosistema y del buen rollito!

Marc irá a por todas desde el primer minuto. Y en esa especie de Manual del Empeño del que suelen tirar los grandes campeones cuando huelen de cerca el aroma de la gloria, no falta la capacidad que tienen para meter presión a todo cuanto les rodea para conseguir su propósito. Martín lo sabe: por eso declaró recientemente “no tengo ninguna relación con Márquez, ni la tendré aunque pilote una Ducati”. La que se avecina…