Poco dura la alegría en casa del pobre

Reverter y Laporta, durante una de sus comparecencias

Reverter y Laporta, durante una de sus comparecencias / Valentí Enrich

Carme Barceló

Carme Barceló

Alegría se escribe con ‘A’. Bonito título tenía yo preparado a primera hora de la mañana del martes cuando estalló la noticia en los despachos de Can Barça. Alves, Alba, Adama y Aubameyang protagonizaban estas líneas cuando supimos que Ferran Reverter, CEO del club, pasaba a mejor vida -profesional y barcelonísticamente hablando- por decisión propia.

Uno de los grandes fichajes de Joan Laporta decidía bajar, que no abandonar, la nave por ‘temas personales y familiares’, según apuntaba el comunicado oficial. Confieso que desconozco a estas horas si el ejecutivo tiene problemas a nivel familiar pero lo que ya se ha confirmado es que, a nivel personal y profesional, sí las tiene con el presidente del FC Barcelona.

Mala noticia que Reverter se vaya de la entidad. Más que mala, malísima. Problemas no tendrá para encontrar un nuevo destino laboral, puesto que antes de llegar al Barça ya se lo rifaban diversas multinacionales y recibía propuestas de trabajo día sí, día también. Cuando supe que Laporta se hacía con sus servicios, pregunté a una ejecutiva de su empresa anterior que le conoce bien. “Un 10 en lo profesional y en lo personal”, me dijo entonces.

Y así me lo han confirmado los y las que le han tenido cerca en las oficinas azulgrana. Poco dura la alegría en casa del pobre y nunca más oportuno es el refrán. Si el ex CEO ya desveló en su día que “si el club fuera una SAD sería causa de disolución porque sido una gestión nefasta" y que “había dificultades para pagar nóminas ya que no teníamos dinero", ayer el Barça volvió a quedarse en números rojos. Lástima que cuando en lo deportivo, Xavi y el primer equipo masculino habían provocado un efecto positivo y alentador tras el triunfo ante el Atleti, horas después perdiera puntos a nivel ejecutivo. ¡Qué capacidad de autodestrucción, vive Dios!

Joan Laporta es presidente con mayúsculas. La novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Para bien o para mal, su gestión es muy personalista y Ferran Reverter lo ha vivido en sus propias carnes. La independencia que un cargo de este nivel merece y debe tener en determinadas gestiones no ha lugar si él es el máximo mandatario. Primero fueron algunos detalles.

Le siguieron reuniones tensas que derivaron en decisiones paralelas que aparcaban las suyas y algún ‘Pepito Grillo’ que alentaba a Laporta en otra dirección. Patrocinios, fichajes de ejecutivos que no aprobaba el CEO, el CVC (que merece un capítulo aparte) además de otras diferencias de criterio en determinados asuntos han sido las gotas - o cascadas- que han hecho colmar el vaso de la paciencia de Reverter. Costará encontrar a otro como él en la temporada primavera-verano 2022. En este mercado sí que no hay rebajas.