Después de Joao Félix, ahora toca Lewandowski

Xavi, en un momento del partido ante el Betis

Xavi, en un momento del partido ante el Betis / Valentí Enrich

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Lo peor que le puede pasar a un entrenador es perder la autoridad ante el vestuario y después de anunciar mano dura tras el Almería, Xavi no podía permitirse no cumplir su palabra. Un inciso: curioso, el Almería, precisamente el rival con el que aquí nos rasgamos las vestiduras por malganarle por 3-2 y que ha destapado todas las miserias del Madrid.

Y cuando digo todas, me refiero a todas... En fin, a lo que iba. Xavi prometió mano dura y ha cumplido. A Joao Félix, el caso más claro de pasotismo, le ha enviado unos días al banquillo y parece que ha funcionado, a tenor de los diez minutos que le dio ante el Betis y que le bastaron para marcar un gol de auténtico crack y salvar al Barça de una situación crítica en la Liga.

Joao Félix es un caso especial. Su calidad es indudable, pero hay que estarle encima. No es por nada, pero sus dos únicas buenas actuaciones habían sido su debut y el partido contra el Atlético, cuando la motivación venía por sí sola. Después, nada de nada. Esperemos que el jarabe de banquillo haya surtido efecto. El mismo efecto que, sin duda, Xavi busca con Lewandowski.

El polaco ya no es intocable, él sabrá lo que hace. Impartir justicia, es decir, que jueguen los que más méritos hacen, también es positivo para las víctimas de los daños colatelares correspondientes. ¡Miren cómo está Ferran Torres! Tras Joao Félix, ahora toca Lewandowski. ¿Será Lamine, Ferran y Joao la delantera en San Mamés? Debería.