¿Dembélé? Los hubo peores

Ousmane Dembélé ha sido padre de una niña

Ousmane Dembélé ha sido padre de una niña / AFP

Carles Sans

Carles Sans

Las decepciones vienen cuando se ponen expectativas que luego no se alcanzan. Las que el barcelonismo puso ante el partido contra el Inter fueron muy altas. Se estaba convencido de que éramos superiores y que regresaríamos de San Siro con una victoria, pero no fue así. Chasco al canto. Desde ese momento muchos se han lanzado a criticar a unos y a otros. Hay de todo. Pero con quien menos de acuerdo estoy es con aquellos que cargan contra Dembélé. Si bien es un jugador al que por sus acciones pasadas muchos lo van a juzgar con mayor exigencia, creo que el martes fue de los pocos jugadores que intentaron el uno contra uno y que, si bien es verdad, no le salió nada, al menos lo pretendió. Al parecer en el Barça es más rentable no intentar nada, no vaya a ser que falles y te critiquen. A Dembélé se le pide que saque partido de sus cualidades, que en ocasiones salen y en otras no. Él es un jugador al que se le pasa constantemente el balón para que invente algo. ¡Venga Ousmane, haz algo tú! Parece que le digan ciertos jugadores a los que no se les señala tanto y que no están dando nada.  Hablo de Rafinha por ejemplo. No dio un solo pase en profundidad, no se atrevió a desbordar a nadie, este chico fue una sombra en el campo. A mí me exaspera más eso que los errores del francés. Luego hubo algún jugador que sin estar mal tampoco estuvo bien. ¿Por qué? Porque más que jugar lo que hace alguno es hacer circular el balón con la intención de no perderlo, como fue el caso de Sergi Roberto. ¡Toma Dembélé, haz algo tú!  Parecía decir cada vez que le pasaba el balón al francés. Y Lewandowsky, anulado por la tupida defensa milanesa, no pudo hacer nada. Pedri, muy bueno, muy elegante pero demasiado lejos del área. Marcos Alonso mucho menos atrevido que Balde. Busquets, como siempre, la movió bien con ese arte que tiene para no perderla pero que no acaba dando ningún balón decisivo a nadie.

El martes el Barça se dio con un muro. Con un equipo mediocre que se alineó de forma ordenada y con un árbitro a su favor. Al menos tenemos coartada gracias a la escandalosa actuación de Slavko Vincic. Un tema aparte.