Barça, cosa nostra

¿Deberíamos estar preocupados por la situación del Barça?

Laporta, en el palco de Balaídos

Laporta, en el palco de Balaídos / VALENTI ENRICH

Enric Jové

Enric Jové

En la semana de la visita a Nápoles, el título no pretende ir más allá de la distinta significación de lo nuestro entre culturas. Aunque el artículo lo entiendo como un aviso para algunos o como una responsabilidad de la que nadie debería eximirse (culés, exjugadores, sociedad civil, empresarios…incluso políticos). Vivimos en una sociedad que, en ocasiones, es demasiado respetuosa con determinados comportamientos que deberían controlarse más y mejor. Recuerden a Millet y el Palau de la Música, nunca es demasiado pronto.

Catalunya necesita al Barça. El origen de este artículo sucede en una conversación entre gente que ama al país y en la que se suscitó la siguiente pregunta: ¿Deberíamos estar preocupados por la situación del Barça? Tajante respuesta la mía: Sí, sin duda alguna. De eso tengo una opinión lo suficientemente clara y formada. El análisis y su diagnóstico demasiado evidentes.

No hay marca catalana más reconocida y significativa mundialmente que el FC Barcelona. La camiseta blaugrana es un icono visual global como ningún otro (recuerden el maravilloso anuncio de Damm) aunque ya no la vista Messi. Nuñez se atrevió a explicar que le habíamos prestado el nombre a la ciudad (gran traspié del expresidente, aunque suficientemente significativo). El Barça puede aguantarlo prácticamente todo, pero no es indestructible. En otros momentos fue considerado el ejército del país por su valor metafórico (ahora no es necesario usarlo desde ese ámbito).

El modelo de gestión y la gobernabilidad de las instituciones asociativas han hecho de Catalunya un país con una idiosincrasia propia que la hace única y fuerte. Ese tejido asociativo es un pilar de nuestra sociedad y uno de los aspectos a preservar, nadie lo duda.

Gestionar hoy el club implica que los socios, actualmente los únicos propietarios, te den su confianza. Los estatutos y las elecciones están para eso. Pero seis años de dudosa gestión en un mundo como el actual son suficientes para lastrar buena parte del futuro de la entidad y eso no puede permitirse bajo ningún concepto por muy estatutario que sea.

Esto no va de que la pelotita entre o que ganemos una liga más o menos. Va de perder el tren de los grandes para siempre jamás. Se está hipotecando y lastrando el club con consecuencias que se pueden alargar décadas o ser autodestructivas. El modelo actual está agotado, es una visión feudalista y autárquica alejada de los modelos empresariales del deporte actual. Es necesario algo más que la alarma del candidato que perdió las elecciones en forma de carta alertando de la situación. Esto es demasiado serio y la cuenta atrás ya ha empezado. Debería garantizarse que detrás del gobierno del Barça están las mejores y más respetables cabezas de Catalunya y su tejido empresarial de forma estructural. Entre tanto, Napoli-Barça, dos cosas muy nostras.

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