Anatomía de la cuchara de Joao Félix

De momento, ha bastado un solo pase del jugador portugués para volver a creer de verdad

Joao Félix, ante el Celta

Joao Félix, ante el Celta / PAU BARRENA/AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

En el Barça no hay mejor síntoma que cuando se invoca la historia. El delicado y maravilloso pase de Joao Félix a Lewandowski en la remontada épica ante el Celta ha sido comparada con razón con la mítica cuchara de Laudrup a Romario en aquel lejano 1993, cuando Cruyff estaba escribiendo el nuevo testamento del fútbol blaugrana.

Sin embargo, ha pasado más desapercibido que entre los treinta años que separan estos dos instantes mágicos, hay otra combinación que todavía se parece más a la del pasado sábado: la asistencia divina, también en forma de cuchara, que Ronaldinho le sirvió a Xavi (sí, ¡a Xavi!) en el Bernabéu en aquel célebre clásico del 2005 que no sirvió para ganar la Liga pero sí para fundar las bases de la primera era esplendorosa de Laporta. 

Y ya que comparamos, la ejecución acrobática de Xavi fue, a diferencia de la de Romario, casi calcada al remate de Lewandowski ante el Celta. Las cucharas de Laudrup y Ronaldinho simbolizaron la exquisitez de dos equipos que marcaron una época, y los culés más optimistas esperan ahora que la cuchara de Joao Félix, que se inscribe en esta feliz historia de las tres cucharas encadenadas en tres décadas, se recuerde dentro de algunos años como el momento exacto en el que empezó otra era gloriosa. 

El colmo es que el rescate de Joao Félix es obra de Laporta, que parece haberse inspirado en su maestro Cruyff cuando este rescató a Laudrup de la Juve en un estado de desaprovechamiento y abandono futbolístico muy parecido al que se encontraba Joao Félix en el Atlético

De confirmarse el brillante inicio del portugués, una larga lista de escépticos, en la que se encontraba el propio entrenador del Barça, deberemos confesar (con alegría, como muy bien dijo Alfredo Martínez en estas páginas) que no veíamos claro su fichaje y que nos equivocamos.  

Más allá de la razones que el tiempo dará o quitará, y mientras nos preguntamos si la cuchara de Joao Félix se parece más a la de Laudrup o a lo de Ronaldinho, lo relevante de verdad es que el Barça vuelve a tener un jugador que entiende el espacio y lo crea cuando no existe

Porque en la tradición del fútbol moderno blaugrana, Laudrup y Guardiola inventaron el espacio, testigo que más tarde recogerían Xavi y Ronaldinho.  

Después vino Messi, que aparte de ser el mejor jugador y goleador de la historia, fue además el gran inventor de espacios que no existían. La marcha de Messi nos dejó huérfanos de casi todo, también de pases al espacio. La irrupción sorprendente y espectacular de Joao Félix nos devuelve la esperanza de que, después de tantos años, otro elegido entre en el club de los grandes visionarios. De momento, ha bastado un solo pase de cuchara para volver a creer de verdad.