El ADN y la exigencia del Barcelona

Xavi comparece en rueda de prensa

Xavi comparece en rueda de prensa / EFE

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

Xavi confiesa lo difícil que es jugar en el Barcelona. Es un premio, pero también un plus de exigencia. No vale cualquiera. Ser titular del Barça no es apto para cualquiera. Hemos visto grandísimos jugadores o proyectos de grandes jugadores que se han derrumbado en el Barcelona.

Desde Vitor Baia, que llegó como el portero más caro del mundo, a Coutinho, pagado a golpe de talonario a un precio inmoral, pasando por Overmars, millonario fichaje que venía de triunfar en el Arsenal, ha habido estrellas que en el Barcelona no han aguantado la presión. No han estado a la altura de las circunstancias, ni de lo que se ha pagado por ellos, desde luego no de lo que se esperaba por su calidad técnica. El Barça es así, para lo bueno y para lo malo. No vale cualquiera. 

Ha habido veces en las que jugadores sin tanto talento o pedigrí han triunfado contra todo pronóstico. Ejemplos como el de Carles Puyol o Seydou Keita, jugadores que no esperabas que se coronaran en el Barcelona y se han hecho un espacio y un lugar casi sagrado en el corazón de los barcelonistas por su pundonor y, sobre todo, fuerza mental. El ADN Barça está bien para definir el carácter ganador y el estilo de juego de los futbolistas, pero es fundamental la mentalidad competitiva y ganadora de los futbolistas. Un ADN ganador innato que demuestran jugadores como De Jong, Lewandowski o Gavi.

En el Barcelona no se firma ganar. Algo que en otros clubes sería más que suficiente y motivo de celebración. Lo importante es ganar y no importa el cómo. Aquí no vale con lograr la victoria sino que hay que hacerlo con brillantez, con calidad. 

Xavi se queja amargamente de que este es el club más difícil del mundo y tiene buena parte de razón. Grandes estrellas son miradas con lupa y analizadas con exigencia máxima, de tal manera que el aprobado no vale en el Barcelona. Hay que estar cerca de la excelencia. 

Sí. Es verdad, pero también el Barcelona da un entorno perfecto, casi idílico. Las estrellas que llegan a Can Barça lo hacen pagadas como los mejores del mundo. Llegan a un club diferencial, a un club que adora a sus estrellas y que se entrega a sus jugadores incondicionalmente.

Al Barcelona llegaron buenos jugadores que acabaron siendo estrellas mundiales. Ronaldinho era un grandísimo jugador y el Barcelona le convirtió en el mejor del mundo. Rivaldo era buenísimo en el Depor y se coronó el mejor del mundo en el Barça. Romario se convirtió en el mejor del mundo en el Barcelona desde el modesto PSV.

Ese es el ADN Barça: te exige jugar bien pero te lo devuelve todo y te compensa con creces. Te encumbra a la cima del fútbol mundial. Exigencia máxima y recompensa máxima.