El ADN Barça no es exclusivo del 4-3-3

Gavi ya es uno de los jugadores más valorados en el futbol mundial

Gavi ya es uno de los jugadores más valorados en el futbol mundial / FAYEZ NURELDINE

Pichi Alonso

Pichi Alonso

El excelente partido frente al Real Madrid debe servir para centrar lo que es el ADN o Modelo Barça: tener el balón, llevar la iniciativa en el juego, movilidad, intercambio de posiciones, presión alta, control absoluto del partido, jugar en campo rival... con independencia del sistema de juego.

El ADN o Modelo Barça no es exclusivo del 4-3-3. Se puede jugar bien al fútbol con cualquier sistema, como sucedió con el 4-2-3-1 que utilizó Xavi. Desde la etapa de Guardiola, el centro del campo siempre ha sido el alma y el motor del equipo.

El sistema de juego es simplemente el punto de partida, y todos los sistemas desaparecen cuando se mueve el balón. Es cierto que lo que se busca con el 4-3-3 es la amplitud que dan los extremos; pero esa amplitud te la pueden dar, también, Balde o Jordi Alba. 

Tener o no tener

Si dispones de dos extremos excelentes es perfecto apostar por el 4-3-3. Pero hoy día es cada vez más rara la figura del jugador que desborda en el uno contra uno y acabas teniendo dos extremos estáticos que taponan sus posiciones.

En cambio, la llegada del lateral, el interior o el media punta a esas zonas puede dar esa profundidad y esa amplitud necesarias para atacar cualquier defensa cerrada. Es lo que vimos con Gavi, ubicado como falso extremo que se convertía en un cuarto centrocampista. Lógicamente, es más fácil cuando hay más efectivos para asociarse. La movilidad y la velocidad en la circulación del balón son la clave.

El 4-2-3-1 se convirtió en un 4-4-2 en defensa, porque Pedri se quedaba con Lewandowski y Gavi y Dembélé bajaban con las bandas y había ese doble pivote. Me gustaría incidir en ese doble pivote que realmente ayudó mucho a Busquets, que no se vio obligado a hacer recorridos tan largos, pero también a Gavi que fue consciente de que siempre tenía, al menos, dos compañeros a su espalda aunque se fuera al ataque, con lo que quedaban efectivos suficientes para frenar una transición del rival.