Mundial de fútbol

Olga Carmona, la niña de Nervión que marcaba más goles que los delanteros

El destino quiso que la autora del gol del triunfo de España en la final viera como el días más feliz de su carrera se convertía en el más triste de su vida

Olga Carmona celebra el título en el momento en que la árbitro pita el final.

Olga Carmona celebra el título en el momento en que la árbitro pita el final. / EP

Fermín de la Calle

Y sin saberlo tenía mi estrella antes de que empezase el partido. Sé que me has dado la fuerza para conseguir algo único. Sé que me has estado viendo esta noche y que estás orgulloso de mí. Descansa en paz, papá”. Este tuit lanzado de madrugada a miles de pies de altura por Olga Carmona despidiéndose de su padre tras ser campeona del mundo ponía fin a una historia que ha llegado al corazón de todos.

Silencio sepulcral en la familia

Horas antes, aún desbordada por la euforia tras ganar el Mundial, advertía en zona mixta: “Mi madre está loca, la voy a tener que tranquilizar esta noche con una tila. Le va a dar algo. La noche va a ser muy larga, no va a acabar”. En Sídney la jugadora se pudo abrazar a su madre Olga y a su hermano Tomás, que minutos después le comunicaron que su padre había fallecido horas antes de la final a causa de una enfermedad con la que llevaba tiempo luchando. Lo habían querido mantener en secreto para que estuviese centrada en el partido más importante de su vida.

Pero el destino fue aún más enrevesado. En el minuto 29, cuando Olga clavó su zurdazo en la red de la portería de Inglaterra, la sevillana se levantó la camiseta y enseñó otra con un nombre: 'Merchi'. Era el nombre de la madre de una amiga que había fallecido durante la última semana. Detalle que prueba la humanidad de la futbolista, que en ese momento ignoraba el fallecimiento de padre.

Olga creció futbolísticamente dando patadas a una pelota junto a sus hermanos Fran, mayor, y Tomás, su mellizo, en las calles de Nervión, barrio sevillista por antonomasia. Sus hermanos se enrolaron en el Sevilla Este, equipo del barrio, para luego pasar a la cantera del Sevilla

. Y Olga siguió sus pasos: otra Carmona en la cantera del Pizjuán. De hecho, con esa camiseta debutó en Primera mostrándose como una lateral poderosa de ida y vuelta en la que ya destacaba un rasgo por encima del resto: sus latigazos con la izquierda. Uno de ellos, en el Europeo Sub-19 de 2018, centró los focos en esta joven divertida y habladora que el

Real Madrid

fichó en 2020.

Fran Carmona es actualmente jugador del CD Teruel, al que llegó tras pasar por diversos clubes, incluida la cantera de Las Palmas. Tomás, el mellizo de Olga, se formó como portero en las categorías inferiores del

Betis

, lo que generó un pique cargado de guasa con el ala sevillista de la familia. Tomás, que pasó por el Castilleja o el Coria, es actualmente portero de la Unión Deportiva Tomares, y en estos días ha acompañado a su hermana en Sídney porque se encuentra recuperándose de una importante lesión que le mantiene alejado de los terrenos de juego.

Empezó con siete años jugando con niños

Olga se inició en el fútbol con siete años en el equipo masculino de la Agrupación Deportiva Polideportivo Sevilla Este, como sus hermanos. Y desde el primer momento llamó la atención de los ojeadores del Sevilla por el desparpajo con el que se manejaba y porque pese a jugar de lateral marcaba más goles que los delanteros. Rápidamente fue reclutada para hacerla debutar en Segunda femenina con 16 años en un choque con La Solana en el que se estrenó y, como no podía ser de otra forma, lo hizo marcando un gol. Pese a ser carrilera, en el Sevilla fue la tercera máxima goleadora del equipo el año del ascenso al anotar nueve goles. Y a Primera se asomó marcando cinco tantos en 25 partidos.

Todo cambió en casa de los Carmona cuando Olga fichó por el Real Madrid el verano de 2020. El 4 de octubre debutó como jugadora blanca en una dura derrota en casa ante el Barcelona (0-4) en la que compartió campo con algunas de las jugadoras que estaban en el césped en la final de Sídney como

Alexia Putellas

, Jenni Hermoso o su compañera la portera Misa. Esa primera campaña como madridista la terminó con cinco goles y cinco asistencias, lo que confirmaba la pegada de aquella chica de Nervión que se animaba a pisar área con alegría y acierto. El mismo que demostró en el Mundial, donde resultó decisiva con los goles del triunfo ante Suecia en las semifinales, en el minuto 89, y en la final ante Inglaterra.

Cuando Olga pisó la zona mixta, ya como campeona del mundo, sus primeras palabras fueron para su familia: “Cuando logras esto piensas en tu familia, en la gente que nos quiere. En todas aquellas personas que me han aportado su granito de arena desde que soy pequeña hasta llegar hasta aquí. También en todo un país, hemos logrado sacarlo a la calle. No soy muy consciente. Ahora nos toca disfrutar de que somos campeonas del mundo”. Entre esas personas estaban su madre y su hermano Tomás, que esperaban en la grada para abrazarla y darle la noticia más amarga de su vida. Justo el día que debía ser el más feliz de su carrera.