Esto es lo que hay

La cruda realidad del caso Toral

Joan Mª Batlle

Indefension. La fuga del joven Jon Toral al Arsenal ha reabierto con toda su crudeza el caso Cesc, que en el 2003 también se echó en manos de Arsène Wenger y se convirtió en un gran crack. Cuando se producen estos asaltos, la sensación de indefensión frente a la agresión rival es total y absoluta: Yo invierto en una estructura de formación integral de futuros futbolistas y cuando empieza a verse el trabajo, vienen de fuera y se llevan a los mejores. Una faena.

Pero la cruda realidad es que estamos en un mercado de libre competencia que el fútbol inglés no tiene ningún reparo en convertir en desleal. El caso Toral no admite dudas. A estos muchachos se les ofrecen contratos de unas 220.000 libras anuales (300.000 euros) por cuatro años. Es decir, que llegan con 16 años y, en el peor de los casos, se marchan con 20 años y más de un millón de euros en el bolsillo. O sea, vida encarrilada económicamente para ellos y su familia. Si son buenos, lo más probable es que a los dos años ya les hagan un contrato profesional de un mínimo de un millón anual. Y si se quedan a medias, sólo por salir del Arsenal, del Chelsea o del Manchester tienen otro contrato asegurado. Contra eso, el Barça sólo puede llegar a los 45.000 euros anuales si no quiere poner en peligro su sistema de trabajo.

¿Y la UEFA qué hace para defender las canteras? Pues pone un canon de 90.000 euros por cada año de estancia del jugador en el club de origen y se queda tan ancha. Lamentable: es más rentable 'robar' que formar.