Desde mi sofá

No vayamos más al Oriente Lejano

Josep Maria Fonalleras

¿No añoran ustedes esas pretemporadas fresquitas en Holanda y esos partidos de "costellada" contra un humilde club de Tercera División? ¿Y esos campos de regional, la mar de monos y con un césped inmaculado? Yo, sí. Puedo entender, por supuesto, las razones económicas de la moda de irse al quinto pino para enseñar músculo, ejecutar algo parecido a un número circense, tomar el dinero y correr. Pero, ¿qué beneficios deportivos sacamos con ello? Muy pocos. Lo saben los entrenadores y lo saben también los directivos. El asunto Messi clama al cielo: se arriesga a jugar por contrato y, encima, nos ponen la multa porque no jugó lo suficiente. ¿Qué más quieren, nuestros queridos patrocinadores, si resulta que les montamos el Circo Argentino Sobre Tres Pistas en sólo quince minutos? ¿Y si volviéramos a entrenar en la dulce Holanda o en la verde Irlanda? Aunque sólo sea por un año, y para no verlos sudar tanto, pobrecitos.