Girona FC, el fútbol moderno

El club catalán es probablemente el mejor ejemplo de Europa de los beneficios que tiene formar parte de un hólding futbolístico

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Entrenamiento del Girona abierto a aficionados

Entrenamiento del Girona abierto a aficionados

Marc Menchén

Marc Menchén

Estos días se habla mucho sobre el Girona FC, sobre la magia de su hazaña y sobre cuánto de meritorio es lo que está consiguiendo. Y tan absurdo me parece desmerecer que con 60 millones de euros de presupuesto esté tuteando a FC Barcelona y Real Madrid, que le multiplican por más de diez en recursos, como negar la evidencia de que no todo es fruto de la audacia gestora en los despachos de Montilivi. Porque el club catalán es probablemente el mejor ejemplo de Europa de los beneficios que tiene formar parte de un hólding futbolístico.

Este caso desmonta el mito que pasar a manos de un grupo desnaturaliza al club adquirido y lo desconecta socialmente. Hoy, la identificación del Girona FC con el territorio y sus aficionados es mayor que nunca, cuando hace sólo seis años costaba llenar el estadio. Pero también refleja algunas de sus principales virtudes y que a los gurús del anticapitalismo futbolístico repudian.

La primera, el acceso a financiación, pues difícilmente el club habría encontrado inversores que inyectaran 20 millones de euros, como sucedió en 2021 cuando su plaza en Primera no era tan estable como hoy. La segunda, el acceso a una red de scouting y clubes que no sólo detecta el talento con más facilidad, sino que permite estructurar los fichajes para adaptarse a las regulaciones de cada liga. Sí, regatear las normas de control económico, y ahí sí podría venir un futuro endurecimiento de las normas de fichajes y cesiones intragrupo.