El Espanyol, a cambiar el chip europeo

Pablo Machín, meditabundo tras ganar al Ludogorets

Pablo Machín, meditabundo tras ganar al Ludogorets / AFP

Jonathan Moreno

Vive el Espanyol en una disyuntiva existencial. Un constante reprimir de sentimientos, de emociones que tiene a gran parte de la afición descentrada, alicaída, al borde del diván psicológico. La euforia y la ilusión se mezclan con un profundo pesar. No saben si reír o llorar. 

Los momentos de felicidad en este arranque de curso contrastan con decepciones mayúsculas. Como el villano del cómic Batman, el equipo tiene dos caras: la europea y la liguera.

Ante el CSKA y el Ludogorets, con distintos entrenadores, el Espanyol se mostró como un conjunto sólido, fiable. Con las ideas muy claras. Defensa y efectividad. Seis puntos al zurrón que dejan la clasificación para las eliminatorias a tiro de piedra. De hecho, los blanquiazules podrían certificar el pase en el próximo duelo en el RCDE Stadium, que volverá a ser ante el cuadro búlgaro. Ahí entra el sentimiento ciclotímico de los ‘pericos’. El espanyolismo no sabe si alegrarse o echarse a temblar ante la situación que atraviesa el club de sus amores cuando se enfrentan a  rivales que hablan su mismo idioma.

No hay tregua

El mensaje de Pablo Machín empieza a calar en el vestuario. El técnico soriano es pragmático. Desde que llegó a Cornellà sabe para qué fue contratado e intenta inculcarlo a sus discípulos. Europa es el postre. La Liga es el plato principal. En los mismos términos se expresó tras el triunfo en Razgrad. El míster no quiere que su plantilla se despiste. Sabe que lo importante se jugará el domingo en el Ciutat de València. El Levante examinará si la mejoría del Espanyol es tal o si fue fruto de un día. Aunque la imagen exhibida con Machín al mando invita al optimismo.

El equipo juega ahora mucho más amarrado, recogido, junto que con David Gallego y no concede apenas oportunidades a sus adversarios. Cuesta recordar una intervención de Diego López ante el Ludogorets. El camino se empezó a marcar ante el Villarreal a pesar de la derrota. Los jugadores han hecho un esfuerzo para asimilar a marchas forzadas el cambio de sistema, el famoso 5-3-2 del soriano. Bernardo, uno de los jugadores que más beneficiado se ha visto con Machín, así lo reconocía. El grupo está dando un extra para adaptarse cuanto antes al nuevo orden táctico. Falta hace. El calendario apremia. No da tregua. Ni 72 horas para disfrutar. Toca cambiar el chip. El éxito europeo es pasado. La Liga gana terreno y el Espanyol es penúltimo en la clasificación con unos guarismos indignos de plantilla, club y afición.