Usain Bolt y Simone Biles, grandes triunfadores en los Premios Laureus

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Usain Bolt, el gran triunfador de los Laureus junto a Simone Biles / EFE

Carlos R. Galindo

Carlos R. Galindo

Bolt y Biles. Estaba  cantado. Los premios  Laureus del deporte siempre dejan un margen abierto para la sorpresa pero en esta ocasión, tirar por otros derroteros hubiera sido una escandalera. Bolt porque ya se retira este año, porque el ‘Oscar’ del deporte es tanto como el cierre de oro a su ya legendaria carrera deportiva, porque... Por mil motivos diferentes. Y Biles... ¿Qué decir de Biles?  Porque la pequeña gimnasta estadounidense de 1,45 metros de estatura fue la ‘novia’ de los pasados Juegos de Río de Janeiro al proclamarse cuadrúple campeona olímpica y situarse a la altura de la mítica Nadia Comaneci. El deporte español se fue de vacío. Ni Ruth Beitia, ni el Real Madrid… Ni siquiera Cristiano Ronaldo y su audible grito de guerra: ¡Uuuuuhhhh….!

El jamaicano fue designado mejor deportista masculino del año tras cerrar un ciclo histórico en Brasil. Tres Juegos Olímpicos y nueve medallas de oro aunque acaba de perder una de ellas por culpa de su compatriota Nesta Carter que ‘traicionó’ al relevo 4x100 de su país al dar positivo. “Ya soy inmortal”, dijo este martes en el hotel Hermitage de Mónaco horas antes de recibir la máxima distinción. En efecto, ya es inmortal. Y como él soñaba, ya está a la altura de Cassius Clay. Son los dos deportistas más grandes de la historia. El resto se encuentra un peldaño más abajo. Nada pudieron hacer ante el ‘Relámpago’ de Trelawny otras joyas del deporte como Stephen Curry y LeBron James (NBA), Andy Murray (tenis), Cristiano Ronaldo (fútbol) y el también atleta Mo Farah. Por cierto que el jamaicano, con cuatro estatuillas, igualó al gran Roger Federer a Serena Williams y a Kelly Slater.

Los españoles, nada

Simone Biles, la sucesora de Nadia Comanci, lo tuvo más fácil. Lejos de ella quedaron las atletas Allyson Felix y Elaine Thompson, la nadadora Katie Ledecky,  la tenista Angelique Kerber y la más floja del sexteto, la ciclista (de pista) Laura Kenny.

Biles, en pleno año sabático, necesita cargar pilas para la próxima edición olímpica: “Quiero estar en Tokio 2020. Aún me quedan por disputar tres Mundiales  antes de llegar a los Juegos”, dijo. Cuando recibió la estatuilla, señaló: “Este premio no es sólo para mí sino para todos aquellos que han hecho posible que alcance mis sueños”, dijo flanqueada por el Príncipe Alberto de Mónaco, la genial nadadora estadounidense Missy Franklin y, como no. Comaneci, que con su 1,61 le sacaba un palmo a la diminuta Biles. Curiosa imagen...

Ruth Beitia, que aspiraba al premio en la categoría de Mejor Regreso del año, no pudo hacer nada ante un gigante de la dimensión de Michael Phelps. La saltadora cántabra, que en 2016 vivió su año de las luces –revalidó el título europeo y se proclamó campeona olímpica en Río- ni siquiera viajó a la capital del Principado. El ‘tiburón’ de Baltimore se despidió de los Juegos haciendo ostentación de un palmarés único en la historia del deporte: 23 medallas de oro de un total de 28. En Río ganó cinco oros y una plata. ¿Cómo hacer frente a semejante palmarés? Imposible.

Tampoco tuvo fortuna el Real Madrid, encuadrado en la categoría de Mejor Equipo del Año. La distinción fue para los Cubs de Chicago, vencedores de las series mundiales de beisbol tras 105 años de historia en blanco.

Nico Rosberg, vigente campeón del mundo de Fórmula 1, no se fue de vació de Mónaco (su lugar de residencia). Para él fue el premio al Mejor Regreso del Año. Curiosa paradoja, el mismo año que se consagró y anunció su retirada. Mercedes tiene mucho que ver en eso...

El Leicester City, insólito ganador de la pasada Premier League  inglesa de fútbol bajo la batuta del italiano Claudio Ranieri, recibió un Laureus que alguien se sacó de la manga. Una mención especial, dijeron. Pues eso. La gala fue dirigida por el actor británico Hugh Grant protagonista de “Cuatro bodas y un funeral” y “Lunas de Hiel”, 'Nothing Hill'entre otras.