El alcalde que pedaleó 3.800 km para recaudar fondos contra el ictus

Jordi Badia, edil de Calaf, recorrió seis países durante quince días para dar a conocer el ictus

Su objetivo: recaudar fondos a través de un caso de superación personal

Jordi Badia, tras conseguir su reto y llegar al Cabo Norte

Jordi Badia, tras conseguir su reto y llegar al Cabo Norte / Jordi Badia

Josep González

Josep González

La aventura de Jordi Badia comenzó el 23 de julio. Atrás quedaban meses de duros entrenamientos y preparación, que incluyeron su participación, en marzo pasado, en la Volta a Catalunya, donde completó siete etapas y 1.214 kilómetros, para hacer realidad su reto solidario.

El objetivo del periodista y alcalde de Calaf, un pequeño pueblo barcelonés, era salir desde Rovereto, en el norte de Italia, y alcanzar en bicicleta el acantilado del Cabo Norte, en Noruega, el punto más septentrional de Europa.

Su reto tenía, además, el hándicap de que debía realizarlo en un máximo de 22 días. No solo no lo cumplió, sino que lo rebajó considerablemente alcanzando su meta en solo 15 días tras atravesar seis países europeos y sellar las cuatro puertas de paso situadas en Múnich, Berlín, Estocolmo y Rovaniemi.

Jordi Badia completó así una prueba en la que sus participantes debían ser autónomos; es decir, no podían dar ni recibir ningún tipo de asistencia. O sea que aparte de derrochar su esfuerzo físico debía gestionar también la logística de la alimentación, las pernoctaciones y lidiar con las inclemencias del tiempo, haciendo frente a jornadas diarias que oscilaban entre los 160 y 350 kilómetros. 

Reto solidario

Badia pudo cumplir su sueño de llegar hasta el lejano Cabo Norte y hacer realidad su reto solidario en beneficio del Hospital Sant Joan de Déu de Manresa de la Fundació Althaia recaudando fondos para la investigación y tratamiento de enfermedades neurológicas y del ictus, que él mismo padeció en primera persona en 2014, con 51 años.

En su caso particular, la rapidez con que se actuó y su buen estado físico, fruto de su frecuente práctica deportiva, fueron claves en minimizar las secuelas de su derrame cerebral y su posterior recuperación. Pero no siempre el ictus tiene un ‘final feliz’, por lo que Badia no dudó en afrontar este desafío sobre ruedas, en colaboración con la Fundació Althaia, para dar a conocer la enfermedad y poner su caso como ejemplo de superación personal para que sirva de estímulo a otras personas que puedan pasar por la misma situación.