La mala estrella

Braithwaite revolucionó el ataque pero también se encontró con Courtois

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. En un partido hay momentos donde la pelota golpea el borde de la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas, o no lo hace, y pierdes”. 

Una voz en off presenta así la primera escena de la película ‘Match Point’ de Woody Allen.  En las imágenes vemos una pelota de tenis que se mantiene firme, casi inmóvil, en lo más alto de la cinta de la red, a la espera de ver de qué lado cae. “La gente tiene miedo de reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte”, sostiene el narrador. 

Y así ocurre a menudo en encuentros como el clásico de ayer. Una línea finísima separa el éxito del fracaso. Entre el remate de Braithwite y el gol de Vinicius solo pasó un minuto.

El danés se quedó solo ante Courtois. Hizo un desmarque en ruptura y recibió el balón en las mejores condiciones para adelantar al Barça.

Era el minuto 70. El resultado era de 0-0. Y Courtois decidió en décimas de segundo con acierto. 60 segundos más tarde Vinicius agarró un balón y se encontró a Piqué en su camino. En la portería esperaba Ter Stegen, espléndido todo el partido. El brasileño disparó, el balón golpeó al pie de Piqué y la pelota cambió su trayectoria para engañar al meta alemán.

La fortuna, la que tantas veces le  ha faltado al brasileño, la misma que había penalizado al Barça en la primera mitad, resultaba un factor decisivo. Luego llegaría el definitivo tanto de Mariano. Pero esa jugada marcó un encuentro con dos caras. Antes, y durante 55 minutos, el Barça gobernó el encuentro como en las grandes victorias en el Bernabéu. 

Un Barça reconocible

Una puesta en escena de sobras conocida: tocar, tocar, esperar; mimar el balón hasta que el rival presiona en un único plano secuencia insoportable para cualquiera. Una proeza técnica que poco a poco va calando en el contrario, que termina corriendo a ciegas, perdiendo al ánimo y saliendo del partido.

Así ocurrió durante 50 minutos hasta que el Madrid resucitó con un par de arrebatos de pura intensidad. Isco encendió la mecha con un disparo que salvó Ter Stegen, una de las fotos del partido. Y algo cambió. Un instinto de supervivencia que dio alas al Madrid cuando parecía descompuesto, perdido, y en manos del Barça. 

De la posesión marca de la casa azulgrana se pasó al vértigo blanco. Dos maneras de entender el fútbol que han definidoa los dos clubes a lo largo de su historia..

No acertó el Barça con sus ocasiones. Y la entrada de dos delanteros terminó de descoser a un Barça abrumado en su área. 

Fue un baño de realidad que parece justificar la renuncia de Setién a un tercer delantero en los últimos partidos. Y confirma que a este equipo le falta una marcha más.  

El encuentro aparecía como una oportunidad para dar un golpe casi definitivo al Madrid, pero en cambio el Barça se dejó el liderato en el Bernabéu.

Le faltó acierto al Barcelona, pero también fortuna. La que, en ocasiones, separa el éxito del fracaso. Del remate de Braithwite a la fortuna de Vinicius. Al Barça le salió cruz.