Pogacar debuta en 2023 arrasando en la Clásica Jaén

El astro esloveno se impone en la Jaén Paraíso con un ataque en solitario a 42 kilómetros de la meta de Baeza

Triunfo de clase y categoría como la que atesora un ciclista que es a la vez tan bueno y tan diferente a los demás

Pogacar ganó la segunda edición de la Clásica Jaén Paraíso Interior

Pogacar ganó la segunda edición de la Clásica Jaén Paraíso Interior

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Si Tadej Pogacar fuese un ciclista desconocido, que no lo es, bien podría utilizarse un vocablo muy gastado para asegurar que esta temporada promete. Pero cuando ya lleva los últimos tres años, y casi cuatro, haciendo lo mismo; es decir ganando desde la primera hasta la última carrera de la temporada en la que participa, solo se puede confirmar que es un ciclista de otra especie, un corredor irrepetible y que pondrá de nuevo la campaña ciclista a sus pies o bajo el control de sus pedales.

En otoño se despidió ganando el Giro de Lombardía. Después se fue de vacaciones a Colombia y sin prisas, dejando pasar el mes de enero, quiso debutar en la Jaén Paraíso, una prueba de un día que llegó en 2022 para quedarse, para crecer poco a poco y que ya en la segunda edición se la apuntase Pogacar.

Si se repasa su ficha y se mira la fecha de nacimiento se comprobará que solo tiene 24 años y que le quedan todavía muchos territorios ciclistas para incorporar a su imperio, quien sabe si la Vuelta a Andalucía, en la que participa y que empieza este miércoles.

Porque Pogacar, al igual que hizo en su día Eddy Merckx, no sabe correr de otra manera que para ganar puesto que para él no existe la fórmula de entrenar con dorsal, acumular kilómetros para el objetivo del año, el de siempre, que es imponerse en el Tour. No lo sabe hacer. Y seguramente -para fortuna del espectador- no lo hará nunca.

Además, cuando gana, por ejemplo, este lunes en tierras de Jaén, lo hace con un ataque lejano. A 43 kilómetros demarró por primera vez para poner a todos los que iban a su rueda firmes y asfixiados. Y un kilómetro más adelante ya no los puso firmes, sino que los reventó para marcharse en solitario y decirles que ya lo saludarían en la meta; adiós muy buenas.

Venció entre olivos de poemas y cuentos. Ganó llevando las ruedas más anchas de lo normal, como si fuese en una bici de las de ‘gravel’, de las que ahora están de moda entre los cicloturistas, por caminos de tierra, con piedras que se le clavaban en las ruedas -hasta tuvo que reemplazar la bici por avería- para fugarse y levantando un polvo que no siquiera llegaron a divisar los que lo perseguían para luchar por la segunda plaza de la prueba.

Ganó cuando todavía no ha debutado quien está llamado a ser su gran rival en el Tour, Jonas Vingegaard, que se estrenará también en tierras españolas, el 23 de febrero, en O Gran Camiño, otra carrera que vio la luz el año pasado, aunque en este caso bajo la modalidad de estar repartida en cuatro etapas. Hasta Bilbao, ya en el Tour, el 1 de julio no volverán a verse y en este momento -posiblemente igual a principios de julio- resulta muy difícil, al margen de simpatías, decantarse hacia el ciclista esloveno (vencedor en París los años 2020 y 2021) o el danés (ganador en 2022).

Habrá que esperar al debut de Vingegaard para ver si se estrena al ataque, como Pogacar, o se coloca una careta más conservadora. Pogacar ganó entre los olivos de Jaén, en solitario, como los grandes campeones, para esperar en la meta, en este caso de Baeza, a los adversarios que, como él, habían partido desde los cerros de Úbeda.