Van der Poel: el 'nietísimo' no hace otra cosa que ganar

El nieto de Poulidor, que el día 21 correrá en Benidorm, se ha impuesto en un mes en las diez carreras de ciclocrós que ha disputado

Sus grandes objetivos en 2024 son las clásicas, los Juegos y la Vuelta

Van der Poel triunfó en Amberes

Van der Poel triunfó en Amberes / AFP

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Diez de diez y si hubiesen sido 14, salvo caída o accidente, algo que parece excluido en su lenguaje ciclista, Mathieu van der Poel seguiría siendo la increíble ‘bestia’ del ciclismo del barro y la arena, donde se mueve como si fuera uno de los protagonistas del famoso ballet de ‘El Cascanueces’.

Si la temporada que precede a la carretera había estado protagonizada estos últimos años por el apasionante duelo entre el nieto de Raymond Poulidor y Wout van Aert, entre diciembre y enero sólo ha habido un corredor sobre los circuitos del ciclocrós, el que cambia el ritmo en un momento determinado y el que deja marcada su rueda sobre la tierra para que los demás únicamente puedan luchar por la segunda plaza convencidos de la extraordinaria clase de un ciclista neerlandés con genes franceses.

Si la temporada 2023 ya fue increíble para Van der Poel, que ganó los campeonatos del mundo de ciclocrós y de carretera, la de 2024, que por ahora sólo vive de las interpretaciones en el teatro del ciclocrós, va camino de continuar diseñada por las gestas de los seis magníficos otra vez (aparte de Van der Poel y Van Aert, con Jonas Vingegaard, Tadej Pogacar, Remco Evenepoel y Primoz Roglic) pero con un papel sobresaliente para el nieto de Poulidor cuando se excluye el Tour y se habla de clásicas y carreras de un día.

Van der Poel en 2023 ganó la Milán-San Remo, a los 62 años del triunfo de Poulidor, y la París-Roubaix. Sólo fue segundo en Flandes porque Pogacar tenía entre ceja y ceja anotada la clásica flamenca.

Para Van der Poel, a los 28 años, el Tour está al margen de sus objetivos y eso que a diferencia de su abuelo, ya se ha vestido de amarillo. Por eso, en este 2024 posiblemente ni lo dispute, porque su ciclismo habla de otras teorías alejadas de subir el Tourmalet en primera posición o intentar la victoria en la ronda francesa que siempre se le escapó a su abuelo (fue tres veces segundo y cinco tercero).

Todavía no ha hecho público el calendario de 2024 pero ya ha dejado algunas pinceladas que apuntan hacia su ausencia en el Tour porque quiere pelear por el oro en la prueba de ciclismo de montaña de los Juegos de París y ha constatado que los entrenamientos previos a lomos de una ‘mountain bike’ están reñidos con la colocación de un dorsal a la espalda y el esfuerzo diario de la ronda francesa, aunque no se pelee por una plaza de honor en la general.

Van der Poel ya sólo correrá una prueba más de ciclocrós. Y no será una carrera cualquiera sino el CX Benidorm Costa Blanca, que se celebra el 21 de enero, y donde coincidirá con Van Aert y también con Tom Pidcock, a quien se podría considerar el séptimo magnífico del pelotón, aunque para ganar precisa de la ausencia de los seis intratables del ciclismo mundial.

Luego renunciará al sexto título de campeón del mundo de la especialidad para centrarse ya de lleno en la temporada de clásicas, sobre todo pensando en las piedras de Flandes y del ‘Infierno del Norte’, en un año ciclista que sin pasar con seguridad por la ruta del Tour mira hacia los títulos olímpicos de ruta y montaña antes de afrontar la Vuelta, donde coincidirá con Van Aert, en lo que sería su estreno en la ronda española.

Entre el 16 de diciembre y el 7 de enero, en unas Navidades que se pasó pedaleando, Van der Poel corrió y ganó 10 pruebas de ciclocrós (cuatro de ellas de la Copa del Mundo), sin oposición, casi silbando y con ataques en los que dejaba sentados a los rivales.

En la Bélgica flamenca el ciclocrós es prácticamente una religión. Van der Poel no ha hecho otra cosa que dejar a los ciclistas locales (aunque él vive en territorio de Flandes) a años luz de su bici hasta el punto de que en Loenhout, provincia de Amberes, tuvo un altercado por el que fue multado al escupir a unos aficionados belgas que no hacían otra cosa que arrojarle orina y cerveza cada vez que la vuelta al circuito lo llevaba a pasar por delante de ellos.