El vestuario del Barça, hundido tras el doloroso KO ante el PSG

La plantilla se agarra a las últimas opciones de reavivar LaLiga en el Clásico del domingo

El grupo siente una frustración enorme porque estaba compitiendo la eliminatoria como nunca antes este curso

La imagen que rompe el corazón del barcelonismo: las lágrimas de Lamine, la víctima más injusta de la expulsión

Telefonica

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

En el vestuario del Barça aún están en proceso de aceptación. El gran partido realizado en el Parque de los Príncipes catapultó la ilusión del grupo, que se veía lista para rematar el trabajo en Montjuïc y meterse en semifinales. Además, la primera media hora de este martes confirmaba que, pese al dominio del PSG, el plan de atacar los espacios iba viento en popa. Lo que vino a partir de entonces fue un cruel desenlace que, en un abrir y cerrar de ojos, deja a los azulgranas sin absolutamente nada a lo que agarrarse en este final de temporada. La noche de este martes arrasó con todo.

La Champions era el gran sueño de la plantilla. No el ganarla, ya que de puertas hacia dentro no se hablaba de eso. Pero sí el seguir adelante, callando bocas y sorprendiendo a quienes daban por muerto al equipo desde el mes de octubre. Con LaLiga demasiado lejos, la Champions era el clavo ardiendo para salvar la temporada a nivel de resultados. El duelo ante el Nápoles liberó de presión al grupo, ya que cumplió con el mínimo marcado por el club.

Sin vértigo, la plantilla se permitió soñar. Y el choque en París fue una sobredosis de autoestima. Con prudencia pero con confianza, el Barça afrontaba la vuelta capaz de resistir las embestidas del PSG. La euforia en el entorno también provocó que imaginarse en semifinales fuera un ejercicio más realista.

Tras el pitido final, los jugadores se sintieron vacíos. En cuestión de una hora de juego, pasaron de verse entre los cuatro mejores de Europa a dar la temporada casi por finiquitada. De luchar por algo muy 'gordo' a no tener nada a lo que agarrarse.

Una noche que supo a fin de una etapa

Ter Stegen, De Jong y Gündogan pagaban con sus rostros en zona mixta. También lo hacía el resto de la plantilla. Uno por uno salían cabizbajos del vestuario, sin levantar la mirada del suelo. El regusto amargo era doble, pues al final el vestuario ya intuyó que la continuidad de Xavi es mucho más improbable tras la eliminación. En otras palabras, pues, la noche del martes supo a fin de una etapa.

Marc-André habló de "un golpe muy duro". "No queda otra que levantarnos e intentarlo otra vez el próximo año", dijo Frenkie. Esa alusión a la temporada que viene es el sentir del vestuario. Es cierto que ganando en el Bernabéu LaLiga recobraría algo de emoción, pero a decir verdad, la plantilla asume que no revalidará el campeonato doméstico. De hecho, hoy miércoles nadie es capaz de pensar ya en el Real Madrid.

El grupo sabe que debe dar la cara hasta el final y sobre todo amarrar la segunda posición para disputar la Supercopa de España. Eso es, tristemente, lo único que le queda a la plantilla de aquí al final. No se dirá de puertas hacia fuera pero a partir de ahora la 'causa colectiva' dejará paso a las situaciones individuales. Los jugadores quieren saber cuál será su sitio y rol el año que viene, el club quiere acabar de determinar quién será el próximo entrenador... No es un escenario muy motivante, pero el reto hasta que acabe LaLiga es no dejarse ir para no convertir el amargo final de curso en rato insoportable.