Rodri, una vida entregada al Barça

Falleció el pasado martes a la edad de 88 años y fue azulgrana entre 1958 a 1966

Fue jugador, entrenador, responsable de la cantera y ojeador, siempre al servicio del FC Barcelona

Una imagen de Paco Rodri, un central de los de antes: valiente, rápido, de los que se anticipaban, generoso en el derroche físico y comprometido con el escudo

Una imagen de Paco Rodri, un central de los de antes: valiente, rápido, de los que se anticipaban, generoso en el derroche físico y comprometido con el escudo / FCB

David Salinas

David Salinas

Francesc Rodríguez García, fallecido el pasado martes a la edad de 88 años, fue de aquellos hombres que lo dieron todo por el club, quizá demasiado, pero hasta allí llegó su verdadero e inquebrantable compromiso. Y lo hizo desde la profesionalidad y la humildad, sin afán de protagonismo. Con Rodri se fue un referente, un hombre de fútbol, una vida entregada al Barça.

Nacido el 8 de marzo de 1934 en el número 5 de la calle Papín, en la barriada de Sants, fue el segundo hijo del matrimonio formado por Francisco (natural de La Unión, Murcia) y la catalana Fernanda. Criado por su madre −su padre falleció en la guerra civil−, Paco empezó a jugar en la calle, con balones de trapo confeccionados por la chiquillería. 

Tras un paso fugaz por el Europa, se formó en la Penya Xics de Hostafrancs, semillero de la Sociedad Deportiva de La España Industrial y desde 1949 en la órbita del FC Barcelona. Después dio el salto al Juvenil del equipo industrial. Por su físico y decisión −no le tenía miedo a nada−, empezó como delantero hasta que el entrenador, señor Ferrer, por lesión de un compañero, retrasó su posición a la defensa para explotar su acusado sentido de la anticipación y efectividad en el juego aéreo.

Consolidación

Josep Boter, cazatalentos barcelonista, lo reclutó para el Amateur del Barça la temporada 1953-54, aunque la terminó en calidad de cedido en el primer equipo de La España Industrial. Allí siguió creciendo bajo las órdenes de una institución como Miquel Gual. Rodri, a partir de entonces, se consolidó como central marcador. La temporada 1955-56 logró el ascenso a Primera, debutando en la máxima categoría con el CD Condal, nombre con el que fue rebautizado el filial para dejar, teóricamente, la tutela azulgrana.

Su juego, todo entrega y solidaridad, priorizando siempre el beneficio colectivo al individual, llamó la atención a Helenio Herrera, que no dudó en incorporarlo al primer equipo la temporada 1958-59. El ‘Mago’ acertó con Rodri, que vio su sueño hecho realidad. En su primera temporada se proclamó campeón de Liga y Copa y, junto a Ramallets, Olivella y Gràcia formó una retaguardia que superó récords de imbatibilidad.

La temporada 1959-60 saboreó otra Liga y la Copa de Ferias. Buenos tiempos. “Herrera hizo que todos, absolutamente todos, nos sintiéramos importantes”, solía recordar Rodri cuando repasaba su trayectoria. Su disciplina y tenacidad lo convirtieron en imprescindible, un seguro de vida. Sin embargo, tras el cese de H.H., las cosas cambiaron. El Barça 1960-61 fichó a Jesús Garay, competencia directa para Rodri, que quedó desplazado a la banda derecha sin reproche alguno. Jugaba y ayudaba allí dónde se le requería, anteponiendo sus preferencias a las del equipo.

Declive

Su estrella empezó a apagarse en noviembre de 1960, en un Madrid-Barça de Copa de Europa. Cayó lesionado en la segunda mitad tras una acción con Gento. El parte médico hablaría de rotura de menisco y ligamento externo de la rodilla derecha. Pero siguió en el campo. Pensó que en caliente no era para tanto y que no podía dejar al equipo en inferioridad numérica (entonces no había cambios) en el Bernabéu y en un clásico europeo…

Rodri, en un ejercicio de amor propio, reapareció −llegando a la internacionalidad absoluta y jugando el Mundial de Chile 1962− y siguió ayudando con su empuje y entrega. Sus apariciones fueron espaciándose, aceptó una cesión al Nàstic (de febrero a junio de 1964) porqué así se lo pidió el presidente Enric Llaudet. A su regreso de Tarragona no contaron con él, pero no perdió el tiempo y, para ser útil, se hizo cargo del Amateur tras dejarlo Joan Segarra en febrero de 1965.

Se retiró en junio de 1966 en un partido de homenaje junto a Kocsis, Gràcia y Gensana. Siguió ligado al Barça como entrenador del Amateur, Juvenil y Condal. También fue ayudante de Buckingham, Michels (en ocasiones hizo de primero), Weisweiler y Laureano Ruiz, responsable de la oficina técnica y control de categorías inferiores y miembro del equipo técnico del fútbol base como observador. Elaboró informes de jugadores como Heredia, Simonsen, Maradona, Migueli, Costas, De la Cruz, Víctor y de prometedores juveniles como Gordillo, Maceda, López Ufarte o Camacho…

Ayer, los hijos de Rodri, Ferran −siguió los pasos de su padre, también en el eje de la zaga, y jugó en el fútbol base del Barça, Collblanc, Granollers y Andorra− y Elena, y sus nietos, Laura y Marc, junto a familiares y amigos, despidieron a Paco con una emotiva ceremonia en la que se recordó al hombre y al profesional, un luchador nato. El acto estuvo presidido por un retrato de Rodri pintado al óleo por Monzó Amorós en 1975 y contó con la presencia de Carles Rexach, Pere Valentí Mora, Guillermo Amor y Ramon Alfonseda, presidente de la Agrupació de Jugadors del FC Barcelona, que glosó la figura del Rodri entrenador. Se fue acompañado por una delicada versión instrumental del himno del Barça, entre aplausos.