Historia SPORT

Historia SPORT

Velasco, el portero valiente

En noviembre se cumplió el centenario del nacimiento de Juan Zambudio Velasco, guardameta que honró y dignificó el marco azulgrana entre 1942 y 1954

Una lesión ocular en Balaídos frenó su carrera en 1949, dejando vía libre a Antoni Ramallets

Una imagen de Juan Zambudio Velasco con el característico jersey de lana que usaba en la defensa del marzo azulgrana

Una imagen de Juan Zambudio Velasco con el característico jersey de lana que usaba en la defensa del marzo azulgrana / Antoni Campañà Bandranas

David Salinas

David Salinas

Deportivamente, Juan Zambudio Velasco fue toda una institución en la meta del Barça de la década de los 40 y mediados de los 50 del pasado siglo. En cuanto a su calidad humana, las palabras que le dedicó el periodista Martín Corominas en la víspera del partido de homenaje que le rindió el club en 1957 lo dicen todo: “no lanzó nunca la palabra molesta, ni agravio para el contrincante, ni para los que fueron, durante tantos años, sus propios compañeros de equipo”.

Velasco, tercer hijo del matrimonio formado por Juan y Remedios –antes habían llegado al mundo José (que falleció en la guerra civil) y Remedios y, después, Carmen–, nació el 14 de noviembre de 1921 en Alquerías (Murcia) y a los pocos meses emigró con sus padres a Sabadell, razón por la que siempre se consideró un catalán más. El fútbol ocupó buena parte de su tiempo durante la infancia y juventud, como su trabajo en una fábrica de tejidos, pero solo empezó a tomárselo en serio cuando fue llamado a filas en Sant Sadurní d’Anoia, jugando en el equipo local y en otro militar y destacando por su robusta figura de 1,84 metros, valentía y reflejos.

2.000 pesetas

El Barça, siendo ya jugador del Mollet, se fijó en él y lo fichó en 1942 por 2.000 pesetas. Para que no dudara, le ofrecieron la cantidad en efectivo y fraccionada en billetes de 100 para que el sobre abultara más. Debutó en un amistoso contra el Badalona el 6 de junio de 1943. Las excepcionales condiciones físicas y técnicas de Velasco, así como la inestabilidad en la portería del Barça con Quique y Valero, lo llevaron con urgencia al primer equipo en 1944, debutando el 19 de marzo en Vigo contra el Celta (2-2). Las cosas le salieron bien y, aunque aparecieron otros porteros, nadie logró arrebatarle la condición de favorito al murciano-catalán.

Siempre se alineó bajó palos, aunque reconoció que si pudiera jugar en otro puesto escogería ser extremo, demarcación que solía saborear en los entrenamientos para darse el gusto de correr la banda y regatear. “Ser portero es lo más difícil ya que, por mucho que pares, un gol te puede estropear la tarde”, aseguró en una entrevista a ‘Marca’ en el verano de 1949. A Velasco lo acompañó siempre la fama de valiente, arrojado… incluso temerario. Tenía sus razones: “es preciso arriesgar. Cuando rebasan al defensa central ya tienes solo al delantero centro delante de la puerta”.

Lesiones

Su cruz fueron las lesiones. Sufrió dos de importancia a lo largo de su carrera. La primera, en un Barça-Valencia (1-0) en Les Corts el 3 de diciembre de 1944. Se lanzó a los pies de Gorostiza y acabó golpeado, sufriendo una conmoción cerebral. Un mes después estaba de regreso, encajando un severo 6-0 en Vigo el 14 de enero de 1945. 

Más grave fue la segunda, el 20 de noviembre de 1949, otra vez en Balaídos... Como siempre, en una acción peligrosa, fue de cara y voló a por un balón aéreo que también buscaba Germán Waidele, apodado “Mekerle”, como si fuera a saltar una valla. La suela de la bota del delantero impactó violentamente en el rostro de Velasco, lastimando su ojo izquierdo. Evitó el tanto, pero sufrió una conmoción cerebral y desprendimiento de retina. En su lugar entró Ramallets, que aprovechó la oportunidad y tuvo vía libre para hacerse con un hueco en el equipo. Velasco, que fue operado en Barcelona por el prestigioso oftalmólogo Dr. Arruga, nunca guardó rencor a “Mekerle”: “No tuvo la menor culpa. Venía lanzado, el chico es joven y no tiene la experiencia de un veterano, que seguramente hubiera sabido frenar, y… se produjo lo inevitable”.

Estuvo alejado de los terrenos de juego hasta marzo de 1950, cuando reapareció en un amistoso contra el Sant Andreu, pero tardó casi un año en volver a jugar un partido oficial: un clásico en Les Corts el 24 de septiembre de 1950 (7-2). A partir de ahí volvió a ser protagonista, pero Ramallets ya le había ganado mucho terreno y, además, Velasco compitió con un déficit de visión de por vida. Aun así, mantuvo el tipo y prueba de ello es que el Barça siguió confiando en él hasta 1955. 

Humilde y honrado, acostumbraba a jugar con un jersey de lana verde al que tenía gran apego pese a los remiendos que tenía. El Barça, por cuestión de imagen, le instó a cambiarlo en muchas ocasiones, pero la súplica fue en vano. Velasco no seguía con la misma indumentaria. El club, a través de su novia, acabó convenciéndolo para que 'jubilara' la prenda y la cambiara por una nueva. Así era el bueno y auténtico Velasco. El 5 de mayo de 1957, en Les Corts, fue homenajeado ante el Saarbrucken (4-1), el día en el que debutó el brasileño Evaristo de Macedo, que tantas tardes de gloria daría al FC Barcelona.

Entrenador

Velasco –conocido con el segundo apellido como azulgrana, pero por Zambudio en el Mollet–, defendió la camiseta del Barça 11 temporadas en las que se alineó en 198 partidos y ganó 14 títulos, entre ellos cinco Ligas, tres Copas y dos Copas Latinas, además del trofeo Zamora 1947-48, otorgado a posteriori. Tras dejar el Barça fichó por el Sabadell, donde jugó una temporada (1954-55) para colgar los guantes y seguir vinculado al mundo del fútbol como entrenador regional por no disponer del título nacional, dirigiendo al Mercantil, Sabadell, Hospitalet, Europa (actuó como director deportivo), Sants, Manresa, Esparraguera... Después trabajó en una empresa metalúrgica de Sabadell. Falleció en el Hospital General de Igualada el 21 de enero de 2004, con 82 años. Su biznieto Martí sigue los pasos del histórico cancerbero en el cadete del CF Igualada.