El Barça deja LaLiga pendiente del reloj

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Valverde dispuso un once sin Messi. Y eso lo es todo. Messi o no Messi: esa es la cuestión. Porque este Barça solo puede ser con Leo, sin él es no ser. Y esa es la cuestión: el técnico vitoriano (nacido en Extremadura) del Barça decidió que la prioridad es la Champions y bien que hizo, aunque luego en rueda de prensa se contradiga a sí mismo. 

¿Qué más da? El Barça ya solo está pendiente de la Champions, que es lo que importa a estas alturas. LaLiga solo pende ya del reloj, ni siquiera de una fria calculadora. Un paso más hacia la gloria. Un paso menos hacia la rutina

Mendizorroza despertó a los cuatro minutos de partido. Cuando se dio cuenta de que el balón se lo había apropiado el Barça. Fue el primer momento en el que el estadio empezó a animar. Poco después entró la grada de los ‘Iraultza’, el grupo que para Tebas, quien manda en LaLiga, es radical. Y quienes más animan. No cambió mucho la cosa en la grada y tampoco hubo argumentos en el césped para que así fuera.

Partido frío en el ambiente y sobre el terreno de juego. Con Dembélé poniendo algo de picante y Coutinho echando agua para que no pique. Ni el uno ni el otro supieron encontrar el camino del gol en un primer tiempo en el que el Barça tuvo el balón, pero nunca supo qué hacer con él. Faltó intención de hacer daño ante un rival que cogió la manta y se abrigó en defensa. Todos juntitos y apretados para que, si nos atacan, podamos defendernos, que de eso se trata. El Alavés, de hecho, inquietó muy poco a Ter Stegen. El alemán intervino un par de veces, casi porque no quedaba otro remedio. 

Pacheco tuvo que hacerlo algo más, aunque sin demasiados problemas. Sergi Roberto, que salió por la banda izquierda, atacó más que Semedo, que lo hizo por su banda natural. El de Reus fue de lo más peligroso en el primer tiempo, aunque no pudo (tampoco le acompañaron) acabar el trabajo. Suárez, muy incómodo, se quejaba constantemente de que no le llegasen balones. Coutinho intentaba suministrar alguno, pero siempre de manera defectuosa. Arturo Vidal remató de cabeza un centro de Dembélé, que, a su bola, buscaba la manera de inquietar a Pacheco. Primera parte aburrida, como si no hubiera nada en juego.

Lo  contrario de la segunda. Exactamente lo opuesto porque, nada más arracar, Leo Messi empezó a trotar por la banda y, aunque solo fuera por su presencia, empezaron a pasar cosas. La primera, y la más importante, es que el Barça abrió el marcador. Carles Aleñá recibió un balón y la puso ajustada al palo. Vía libre para que el encargado de decorar el trofeo empiece a poner la cinta azul y grana a LaLiga.

Al cabo de nada, un suspiro, apareció el VAR. Marcó el Barça, pero lo hizo en fuera de juego. O eso vio el colegiado cántabro hasta que, quienes están pendientes de las repeticiones, le hicieron cambiar de opinión. Cordero Vega acabó señalando el penalti de Pina por tocar el balón con las manos y Suárez lo transformó ante Pacheco. 

Luego salió Messi. Por si al Alavés le daba por reaccionar. El argentino, por sí solo, puede ser la revolución o la forma de aplacarla. Todo en uno. Pero no pasó nada. Algún tímido susto para Ter Stegen, si es que el alemán se asusta. Alguna llegada sin ganas de hacer más daño del Barça en la portería de Pacheco. Poco más en el césped y mucho más en la clasificación. LaLiga ya no pende de la calculadora, sino del reloj.