Propietarios de la Copa de Ferias

Tal día como hoy, pero de 1971, el Camp Nou albergó un partido único, histórico: la finalísima de la Copa de Ferias entre el FC Barcelona (campeón de la primera edición, 1955-58) y el Leeds United (ganador de la última, 1970-71).

Fue el nostálgico epílogo a una competición que no tenía el glamur de la Copa de Europa, pero sí las taquillas más suculentas y una gran popularidad por competir un mayor número de equipos. La UEFA, ante el relieve que había tomado el torneo, echó sus redes sobre la Copa de Ferias y a partir de la campaña 1971-72 la acogió bajo su regazo y la bautizó como Copa de la UEFA. 

El ‘The End’ oficial de la Copa de Ferias se dio en la última Asamblea General de este torneo que tuvo lugar en Sitges en septiembre de 1971, antes de la finalísima. Y para que el tránsito de una competición a otra fuera digno y respetuoso con la historia, se había acordado desde la anterior Asamblea, en Dubrovnik (1970), la celebración de un partido entre el primer campeón y el último.

Igualmente, se pactó que el ganador sería recompensado con el trofeo, donado por ‘monsieur’ Noël Beard, de plata y valorado en aquel entonces con 10.000 francos suizos.

Tampoco hubo dudas sobre quién tendría el honor de entregar la preciada copa: Sir Stanley Rous, presidente de la FIFA y miembro del Comité Ejecutivo de la Copa de Ferias. Por cierto, Rous, por aquel entonces (1971), deslizó en la prensa que “España es un gran candidato para organizar el Mundial de 1982”.

Barça y Leeds saltaron al césped del Camp Nou el 22 de septiembre de 1971 (este sábado se cumplen 47 años) para escribir el último capítulo de la Copa de Ciudades en Ferias.

El equipo de Marinus Michels, que cumplía su primera temporada en el banquillo, no llegó al partido en un estado óptimo: acumulaba dos derrotas consecutivas en Liga (Espanyol 3-0 y Las Palmas 1-2), aunque entre uno y otro había ganado al Distillery (1-3) en partido de la Recopa.

El técnico holandés, para quitar presión a sus discípulos, no los concentró como de costumbre y después de la última sesión preparatoria (martes 21) los citó en el Camp Nou “tres horas antes del partido”. Hasta entonces, añadió, “que cada uno de ustedes esté con su familia”.

el partido

No motivó en exceso a la afición azulgrana. Las crónicas de la época, tirando alto, cifraron la asistencia en unas 45.000 almas. El tiempo, especialmente frío e inestable, tampoco ayudó.

La lucha empezó a las 20.45 horas y la primera manga fue muy competida. Ambos equipos buscaron el gol con fútbol directo y disparos desde la larga distancia. El Leeds se acercó más y en uno de ellos estrelló el balón en el larguero. En la segunda mitad llegaron los goles.

Teófilo Dueñas abrió el marcador a los 51 minutos al cazar un balón suelto lanzado por Marcial entre un bosque de piernas visitantes. Su disparo se estrelló en el larguero, pero peleó el rechace y, de cabeza, hizo subir el 1-0.

La alegría azulgrana apenas duró dos minutos. En el 53, Joe Jordan, apodado el ‘Tiburón’, niveló la contienda. El puertollanero, sin embargo, en el 83, volvió a golpear después lanzarlo Rexach y definir con un disparo raso y cruzado ante el portero, el galés Gary Sparke. 

Por el Barça jugaron Sadurní; Rifé II, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Juan Carlos, Dueñas (que jugó su primer partido internacional con el Barça), Marcial y Asensi (m.79 Fusté).

en el museu

La Copa de Ferias luce a día de hoy con todo su esplendor en el Museu del Barça gracias al acierto de Dueñas, que este viernes (21 de septiembre) curiosamente se sometió a una intervención de cadera en Madrid, donde reside. Y tiene otras visitas programadas al quirófano (la otra cadera y una rodilla) para saldar viejas deudas contraídas con el fútbol.

El reluciente trofeo es una de las piezas que despiertan mayor interés y curiosidad entre los visitantes que acuden diariamente a la galería azulgrana que desde 2006 dirige Jordi Penas.

Con tres títulos (1958, 1960 y 1966), el Barça fue el equipo más laureado en esta competición y el que más veces participó en ella, rematando tan brillante palmarés con la propiedad del trofeo.