Marinho, una estrella fugaz en Barcelona

Recaló en el Barça en 1974, después de capitanear a Brasil en el Mundial de Alemania

Fallecido el pasado lunes, el líbero brasileño fue un fichaje goloso por su condición de oriundo, pero no se adaptó al fútbol español. Mostró su clase en cuentagotas y acabó regresando a su país

Marinho, en el Camp Nou con la camiseta del FC Barcelona

Marinho, en el Camp Nou con la camiseta del FC Barcelona / Seguí (FCB)

David Salinas

David Salinas

Cuando se filtró que el FC Barcelona pretendía los servicios del brasileño Marinho, jugador que había tomado parte en el Mundial de Alemania 1974, prensa y afición pusieron el foco en Francisco das Chagas Marinho, un veloz y anárquico carrilero izquierdo ídolo de Botafogo que se hizo ver por su rubia melena y acusado descaro a través de la pequeña pantalla en la cita mundialista. Se esperaba un Marinho, pero llegó otro: Mario Pérez Ulibarri, también presente Alemania 1974 y capitán de la Seleçao.

A Marinho se lo disputaron varios equipos de la Liga, entre ellos el Barça, Real Madrid y Zaragoza, por su condición de oriundo (su madre era navarra, su padre —médico— madrileño y tenía familia en Cádiz) y, en consecuencia, no ocupaba plaza de extranjero. Finalmente recaló en el Barça en 1974 a la espera de obtener la nacionalización.

Primeros pasos

Marinho nació en Sorocaba (Sao Paulo) el 19 de marzo de 1947 y, aunque siempre le hechizó el boxeo, se inició en el fútbol de la mano del Ferrocarril Sorocabana —jugaba y estudiaba y acabó licenciándose más tarde en Ciencias Económicas—, Sao Bento (1965-67), Portuguesa (1968-71) y Santos (1972-74, donde coincidió con Pelé, Carlos Alberto, Edu, Pepe...), equipo desde el que recaló en el FC Barcelona con 27 años en el verano de 1974. Podía jugar de central marcador, líbero o centrocampista.

Desde su debut oficial, el 1 de diciembre de 1974 contra el Celta en el Camp Nou (4-0, anotó el 2-0) hasta su último partido, el 7 de diciembre de 1975 en Atocha (2-2), Marinho jugó 29 duelos como azulgrana y anotó cuatro goles. Era de los que tenía sangre en las venas: “No sé perder. Esa es mi mayor virtud o mi mayor defecto... Si mi equipo pierde o empata, no puedo estancarme en mi zona y subo al ataque porque noto que al equipo le hace falta corazón. Tomando esta decisión, además, te haces respetar por el contrario”.

Fue titular con Rinus Michels la temporada 1974-75 (jugó 25 partidos) aunque con órdenes muy severas: debía mantener la posición. El técnico neerlandés no le permitía alegrías ofensivas y condicionó su manera de jugar. Se alineó con Johan Cruyff y siempre se mostró orgulloso de haber compartido vestuario con dos de los mejores futbolistas de la historia: ‘O Rei’ y el ‘Holandés volador’.

Con Hennes Weisweler, la temporada 1975-76, pareció que las cosas le irían mejor, pero se topó con un técnico rígido y poco amante de los jugadores suramericanos. Quedó sentenciado después de las derrotas contra el PAOK en la Copa de la UEFA (1-0 —sufrió una fractura en el tabique nasal—) y Atheltic en Liga (2-1) en septiembre de 1975.

Sincero e inteligente, no se lo pensó dos veces y al verse relegado a la suplencia empezó a mover hilos para salir del Barça. Pero los acontecimientos se precipitaron.

Liberación

Más que dejar el Barça, Marinho huyó. Había sido llamado a filas, concretamente por la Marina, para cumplir el servicio militar. Un hecho desconocido por las partes (Barça y jugador) cuando iniciaron el proceso de nacionalización. En una entrevista que concedió en 2019 en Brasil recordó que “salir fue una aventura. Me subí a un autobús lleno de gente y crucé la frontera francesa. Me recogieron en Niza y me llevaron a París, allí me subí a un avión rumbo a Brasil. No disfruté todo lo que era el Barça, pero tuve el placer de jugar allí”.

Después de dejar el equipo azulgrana se enroló en el Internacional de Porto Alegre (1976-77), pasando después por el Galícia (1977-78), Palmeiras (1978-80) y Ameríca de Río de Janeiro, donde colgó las botas en 1981. Aunque en una ocasión dijo que no se veía de entrenador porque “si jugando ya tengo dolores de cabeza, como entrenador aún tendría más”, en los banquillos también tuvo una prolífica carrera. Su mentor fue Telé Santana, su entrenador en el Palmeiras, que se lo llevó de segundo en su etapa en el fútbol de Arabia Saudita.

Marinho, entre 1981 y 2009, dirigió al América de Río de Janeiro, Vitória Guimaraes (1986-87 y 1992-93) y Belenenses (1987-89 —se cruzó con el Barça en la Copa de la UEFA 1987-88— y 2000-03, ambos de Portugal), Santos, Sporting (1990-92, de Portugal, promocionó a Luis Figo y habló con Cruyff cuando el neerlandés se interesó por el luso), Uniao Sao Joao, Botafogo, Marítimo (1996-97, de Portugal), El Salvador (selección, 1998-99), Juventude, Paysandu (2006) y Aviaçao (Angola).

Marinho falleció el pasado 18 de septiembre en un hospital privado de su ciudad natal, Sorocaba, a los 76 años después de llevar un mes ingresado a consecuencia de una neumonía y sufrir complicaciones renales y cardíacas. Su salud empezó a empeorar en 2019 tras sufrir un derrame cerebral.