Gerard antes de ser Piqué

Piqué ya goleaba con el Manchester United

Piqué ya goleaba con el Manchester United / sport

"Hace diez años, estuve casi jodido. Mi vida entera podría haber seguido otro camino si no fuese por Ferguson. Llegué a Manchester como un niño y me fui como un hombre. Fueron tiempos alocados para mí porque nunca había estado lejos de casa”.  

Con 17 años Gerard Piqué no era el mejor central del mundo ni el que ahora se sincera así en ‘The Players Tribune’. Y aunque ya le iba la marcha, se esforzaba en disimularlo.

Ya entonces parecía medio alemán (con esos enormes ojos azules y tupé rubio) y afrontaba la presión como si le hubieran invitado a una fiesta. Con Piqué siempre fue igual: cuando va sobrado se aburre. Cuando más le exige el rival, mejor es su rendimiento. Por eso las diferencias entre el fútbol español y el inglés no parecían inquietarle demasiado. Lo que peor llevaba era la comida y el tiempo.

EL PASTEL DE LIMÓN DE LINDA

“Con el tiempo me di cuenta de que había dejado más cosas atrás de las que hubiera deseado. Comparabas y no había color: el tiempo, la comida, el idioma… salía perdiendo en todo”, recuerda en su biografía ‘Viaje de ida y vuelta” (Edicions, 62).

Solo aterrizar en Manchester, Linda y Toni (sus ‘padres adoptivos’) le esperaban en su nueva casa. Los comienzos no fueron precisamente fáciles para el catalán.

“Aún me acuerdo de la primera comida con ellos. Supongo que, al ser el primer día, querían sorprenderme y me prepararon la especialidad de la casa, que fue super complicada de digerir”. 

Las cosas, ese día, solo fueron a peor. “El punto culminante de la velada fueron los postres, sobre todo los dulces; el pastel de limón caliente que me sirvieron en la mesa lo recordaré toda la vida. ¡Era catastrófico! Noté que se me hacía una bola en la boca, que no podía tragar… y como el limón es muy ácido me empezaron a llorar los ojos; y claro se dieron cuenta”. 

TOMMY Y LA ESPUMA DE AFEITAR

Thomas Edward Lee tiene 33 años y trabaja en la academia del Sheffield como entrenador de porteros. Hace dos años una grave lesión le obligó a retirarse tras jugar más de 300 partidos en el Chesterfield. Pero antes, siendo aún un adolescente, jugó en las inferiores del United. 

Ahí Piqué descubrió a un tipo peculiar. Sobre todo en el tiempo que pasaban juntos en casa porque ambos compartían el mismo techo. “Era de las afueras de Manchester y por eso también vivía con nosotros. Siempre se presentaba a mi habitación a molestar y tocar los cojones. Traté de llevarlo por el buen camino pero el día que entró en la habitación y empezó a  comerse la espuma de afeitar decidí tirar la toalla, ¡no me lo podía creer!”, recuerda el central del Barça en su autobiografía.

A pesar de los esfuerzos de Lee por trolear a Piqué, la vida del central en Manchester era bastante rutinaria. Levantarse. Ir a entrenar a Carrington. Comer. Volver a entrenar. Ir gimnasio.

“Pasé de ir por la mañana a la escuela y entrenar por la tarde en el Barça a ser un jugador profesional”. Las dudas llegaban cuando paraba. “Había muchas noches que volvía a casa  y se hacía de noche a las 4 de la tarde, por lo que no podía evitar sentirme solo. Fue todo muy deprimente”.

CAMPEÓN EN EL FILIAL

En el filial Piqué vivió su particular Erasmus. Lo explica así en su biografía: “Había un alemán, un belga, un italiano… y era con ellos con los que tenía más relación. El alemán se llamaba Markus Neumayr y aún tenemos muy buena relación.  Cuando el Barça se enfrentó al Stuttgart en octavos de la Champions me fue a ver al hotel para decirme que sería el padrino de su hija”. 

El belga se llamaba Floribert N’galula y tenía raíces en el Congo. Con él descubrió la música negra. Rossi completaba el grupo. “Recuerdo que conectamos desde el principio”, rememora.

Aquel equipo terminaría ganando la Liga y la Copa de Reservas de Inglaterra. Pero el gran subidón llegaría con su debut en el primer equipo el 26 de octubre de 2004 contra el Crewe Alexandra a la Carling Cup. Después debutaría en la Liga de Campeones  (3-0 ante el Fenerbache).

CERCA DE CRISTIANO

En sus primeros días con el primer equipo Piqué no tardó en darse cuenta de las jerarquías de un grupo como el del United. “Con 17 años estaba yo en el vestuario del United, donde están prohibidos los móviles, mientras Keane nos arengaba. Yo había dejado mi celular en modo vibrador porque soy un listo y empezó a vibrar. Nunca olvidaré cómo me miró. Eso es el miedo, amigo”, recordaba en una entrevista a SPORT el año 2008. La  frase sigue grabada a fuego en la memoria de Gerard. “¿De quién diablos es el maldito teléfono?” 

En esos días trató de hacerse un hueco en el grupo con los que mejor se entendía. “Con los que tenía más contacto eran Heinze y Cristiano, pero sobre todo con el portero Ricardo”. 

En el primer equipo del United estuvo tres temporadas (2004-05/2005-06/2007-08), con una cuarta cedida al Zaragoza (2006-07), pero nunca llega a consolidarse  en el once inicial, Piqué aún recuerda con amargura una jugada del sábado 24 de noviembre de 2007 en un Bolton-United (1-0). 

Ese día midió  mal la marca de Anelka y Ferguson le puso la cruz. “Después de ese día todo cambió. Ferguson dejó de confiar en mí”.

La pareja Ferdinand-Vidic, y una competencia muy fuerte con Wes Brown, O’Shea o Silvestre comprometieron sus minutos en el United antes de tomar la decisión de volver al Barça.

En Manchester se fraguó el Piqué actual. Pero en ese tiempo disfrutó de la libertad de no tener los focos encima, de ser solo Gerard, y de hacer las burradas que solo se hacen cuando uno es asquerosamente joven.  

“Hicimos una guerra con pistolas de bolas de pintura con el equipo. Había llovido, y vimos a periodistas tirando fotos. Una red nos separaba de los periodistas y de repente alguien dijo: ‘one, two, three….’ En ese momento empezamos todos a disparar.  Al día siguiente esas fotos fueron portada de todos los diarios sensacionalistas”.