El día que el Sevilla hizo sufrir a Gamper

Hans Gamper, fundador y presidente del FC Barcelona

Hans Gamper, fundador y presidente del FC Barcelona / FC Barcelona

David Salinas

David Salinas

No será la primera vez que el Barça y el Sevilla se vean las caras en Madrid para ventilar un asunto copero. Un siglo atrás (99 años para ser exactos) catalanes y andaluces llevaron hasta la capital del estado español la semifinal del torneo 1918-19.

La Federación escuchó la petición azulgrana de encontrar un punto equidistante para evitar el entonces costoso y agotador desplazamiento a Sevilla y, pese a las reticencias del cuadro andaluz, los duelos se dirimieron en la corte.

Fue, además, la primera vez que ambos equipos se cruzaron en el torneo del KO. El Barça, con más sufrimiento del previsto, accedió a la final después de ganar los dos partidos (4-3 y 3-0).  

En el primero, celebrado en el campo del Athletic, en la calle O’Donnell el 27 de abril de 1919, fue vibrante y con constantes alternativas en el marcador. El equipo catalán, dirigido por Jack Greenwell, se las vio y deseó para superar a un Sevilla que solo cedió al final por agotamiento. Y por el arrojo de los jugadores del Barça, el brío del entrenador y la implicación y acometividad mostrada desde el palco por el presidente Gamper (tercer mandato).

dio saltos “como una pelota”

La crónica (íntima) del partido que publicó el vicesecretario del FC Barcelona Luis Gratacós en la edición del 1 de mayo de 1919 en el semanario Foot-ball, por infrecuente y singular, reveló a un Gamper desatado en la tribuna. Faltaban pocos minutos para el final y el Barça caía 2-3. “¡Hay que matarse!”, decía Alcántara Garchitorena”, escribió Gratacós en sus cuartillas, para agregar una frase de Viñals: “Si no me pasáis la pelota me suicido”.

Así estaban las cosas en el campo. En el palco, peor: “Gamper da saltos como si fuera un pelota (…) Finalmente, miro sin comprender las extrañas y nunca vistas contorsiones de nuestro presidente, que baila en su asiento una danza diabólica”.

La desesperación del fundador fue a más. Y, comido por los nervios, pasó a la acción: “Faltaban seis o siete minutos para terminar con una derrota, estábamos un momento atacando, bien que mal. Alcántara hace cambiar a Lakatos con Garchi, que pasa al centro. El señor Gamper grita a Blanco con tono patético y le enseña la mano abierta, rígidos y estirados los cinco apéndices (vulgo dedos). Significándole que faltaban cinco minutos. Por los ojos de los nuestros pasó la visión odiosa de la derrota: el tiempo apremiaba. Con los minutos que corrían se iban nuestras esperanzas”.

Sin embargo, el Barça obró el milagro ante un público “sevillófilo” y en cuatro minutos metió dos goles. Uno de Garchitorena, para empatar y, otro, de Alcántara, para ganar el partido. Poco después el árbitro decretó el final del encuentro y Gratacós, aliviado, cerró la crónica recordando que había ganado el Barça 4-3 y “nosotros, de enfermos pasamos a convalecientes, pero quebrantados de alma y cuerpo”.

pasaporte a la final

En el segundo partido el Barça no tuvo tantos problemas y volvió a ganar al Sevilla por 3-0 con un hat-trick de Alcántara en la segunda mitad. Las dos victorias dieron el pasaporte al equipo catalán para la final del 18 de mayo en el campo del Racing de Madrid, ubicado en la Avenida General Martínez Campos. Con un lleno absoluto y un sol de justicia, el Barça dobló la rodilla ante el Arenas de Getxo en la prórroga (2-2 al final de los 90 minutos y 5-2 tras el tiempo extra). 

La prensa catalana vio en el árbitro Julián Ruete uno de los causantes del fracaso al no conceder dos penaltis al equipo azulgrana y por permitir un juego excesivamente duro: “Ruete, el de los clásicos amaños, embuchador de plebiscitos, arbitra el partido y atropella con su ignominiosa actuación al equipo representativo de Catalunya” publicó Foot-ball, para agregar que “esta figura, encarnación genuina del caciquismo futbolista, tuvo en la pluma de Perkus una admirable definición: Arbitraba Ruete… Jugaba el campeón catalán”.