Cien años del debut de Plattkó

Este sábado se cumple un siglo del primer partido del meta húngaro, culé entre 1923 y 1930. También fue técnico (1934-35 y 1955-56), destacando por su profesionalidad y compromiso con la entidad

Tras el adiós de Zamora, deslumbró en dos amistosos con el MTK Budapest (no encajó goles) y Gamper lo reclutó

Ferenc Plattkó con la indumentaria del FC Barcelona en el campo de Les Corts. El guardameta húngaro, desde su llegada promovida por Gamper, fue un barcelonista más

Ferenc Plattkó con la indumentaria del FC Barcelona en el campo de Les Corts. El guardameta húngaro, desde su llegada promovida por Gamper, fue un barcelonista más / SPORT

David Salinas

David Salinas

Ferenc Plattkó Kopiletz nació en Budapest el 2 de diciembre de 1898 y, como relató en sus memorias, publicadas en el semanario ‘Barça’ entre junio y septiembre de 1956, empezó a jugar en el Vasas como delantero en 1913. Llevado por su afición a la mecánica, también inició estudios en esta materia, especializándose en los motores diésel.

Dotado de un físico poderoso y una gran agilidad, además de una valentía sin límites, acabó en el marco, distinguiéndose por sus temerarias salidas, en detener penaltis y en el arte de blocar balones. La prensa de la época comparaba sus recias manos con unas tenazas y en Hungría era conocido como el ‘hombre imán’.

El deseado

Plattkó llegó a Barcelona en diciembre de 1922 como guardián del portal del famoso MTK Budapest después de defender los colores del Vasas, Wiener y Sparta Praga. Su actuación fue memorable en los dos partidos que jugó contra el FC Barcelona en Les Corts, ambos finalizados con empate a cero.

La afamada delantera barcelonista, integrada por Samitier, Piera y Sagi, entre otros elementos, fue incapaz de batir al meta húngaro, que se mostró rocoso y muy seguro en los 180 minutos de lucha.

Gamper se fijó en Plattkó y lo reclutó para el FC Barcelona, que desde el regreso de Ricardo Zamora al Espanyol la temporada 1922-23, no tenía un portero titular. El ‘Divino’, explicó el húngaro, había pedido 30.000 pesetas para seguir. El Barça contaba entonces con Bruguera, Pascual y Uriach, pero entre lesiones y dudas la portería quedaba abierta a otros candidatos.

Plattkó aceptó la oferta de Gamper y empeñó su palabra. Antes tenía que atender los compromisos contraídos con su selección nacional, contra Italia y Suiza, en marzo de 1923. Y con la promesa verbal del apóstol azulgrana regresó a Barcelona. Tenía 24 años.

Recordaba el guardameta que llegó a la Ciudad Condal el 27 de mayo de 1923, hoy hace un siglo. Procedía de Budapest y se desplazó en tren. Pese a la fatiga y no pegar ojo, se alineó ese mismo día por vez primera con el Barça. El equipo azulgrana había iniciado el 20 de mayo la ‘quincena inglesa’ por jugar contra el Ilford (2 partidos), Bishop Auckland (2) y Dundee (2). Plattkó debutó en el segundo duelo contra el Bishop Auckland y no recibió ningún gol. El Barça ganó (5-0) y el húngaro apenas tuvo trabajo. Sus primeras ovaciones las recogió contra el Dundee (2-0 y 3-1). Y en el segundo partido, jugado el 3 de junio, fue cuando surgió el ‘flechazo’ entre el húngaro y la afición barcelonista.

En este partido contra los escoceses Plattkó afrontó el reto de parar un penalti. Y lo consiguió. Explicó que “me situé al lado mismo de uno de los palos, en la actitud propia de quien toma arranque para lanzarse al centro o hacia el otro extremo del marco para parar la pelota. Eso supuso, lógicamente, el encargado de chutar. Pensó que me movería con aquel propósito. Y, astutamente, se dispuso a disparar, pero no hacia el centro ni al otro ángulo, sino al lugar donde me encontraba entonces y del que esperaba que yo habría de desplazarme. Y ante esta convicción disparó. Esbocé el movimiento hacia adelante, para desconcertarle, pero el caso es que no me moví de sitio. Y paré la pelota”.

No acabó aquí el recuerdo de Plattkó. Rememoró que “entonces se produjo algo insospechado para mí, algo que me desconcertó. El público empezó a echarme puros, duros de plata, gorras, sombreros...”. Sus compañeros le explicaron después que la inesperada lluvia de objetos se debió a su pícara intervención.

Plattkó no pudo debutar en competición oficial la temporada 1923-24 por llevar solo cinco meses en España. Por su condición de extranjero necesitaba un año de residencia. Así, su debut se demoró hasta el 12 de octubre de 1924, en un Barça-Martinenc (1-1) del Campionat de Catalunya. Como azulgrana ganó seis campeonatos de Catalunya, tres Copas (1925, 1926 y 1928 —la de las tres finales y en la que Rafael Alberti le dedicó una famosa oda—) y la primera Liga (1928-29).

Nómada

Plattkó fue un trotamundos. El fútbol, como jugador, lo llevó por su Hungría natal, Austria, Checoslovaquia, España y Suiza. Como entrenador lo aventuró por Suiza, Francia, España, Portugal, Estados Unidos, Rumanía, Polonia, Chile y Argentina. En estos dos países sudamericanos ejerció en varios equipos y etapas.

De él podría escribirse un libro. Dejó multitud de detalles y anécdotas en sus memorias y entrevistas: en una ocasión, en el campeonato de reservas, jugó un derbi como delantero; en 1928 enfermó de tifus y temió por su vista; Hollywood quiso rodar una película sobre su vida; cultivó todos los deportes; Gardel, en la gira azulgrana por Argentina en 1928, lo hizo pasar por un multimillonario fabricante de jabón; desestimó una oferta del Real Madrid y entonces los blancos ficharon a Zamora; fue ídolo de la hinchada de Colo-Colo al llevar al ‘Cacique’ invicto al título en 1941...

Plattkó, que conoció el éxito y la fama, falleció en Santiago de Chile el 2 de septiembre de 1983 en condiciones precarias. Sin dinero, con frío y enfermo. Escribió misivas al FC Barcelona a mediados de 1983 pidiendo ayuda, que le fue concedida, aunque no le alcanzó. Sus restos, después de ser exhumados, descansan en Chile, en el mausoleo de las leyendas de Colo-Colo.