Las verdades de Ferenc Plattkó

Ferenc Plattkó, en su etapa como guardameta del FC Barcelona

Ferenc Plattkó, en su etapa como guardameta del FC Barcelona / sport

David Salinas

David Salinas

Temporada 1934-35. El FC Barcelona, dirigido por Ferenc Plattkó, se proclamó campeón del Campionat de Catalunya pero fracasó en la Liga (sexto) y en la Copa (cayó en cuartos de final contra el Levante, de Segunda División). Ante este pobre balance, el técnico húngaro quedó sentenciado. Además, el presidente, Esteve Sala, optó por no seguir en el cargo y dejó libertad a su predecesor, Josep Suñol, para que escogiera al nuevo inquilino del banquillo.

Los malos resultados acabaron con Plattkó. Es la lectura que siempre se ha hecho. Sin embargo, el propio técnico, que fue guardameta azulgrana y héroe en el primer partido de la épica final de Copa de 1928 en Santander, se encargó de explicar con todo lujo de detalles las razones de su adiós.

Fueron las verdades de Plattkó, que publicó Ramon Campabadal, también exjugador del Barça (1928-30) y excompañero de equipo del entonces timonel azulgrana. El periodista las reflejó en las páginas del rotativo ‘L’Instant’ los días 26 y 27 de julio de 1935, un diario que vio la luz el 1 de enero de ese año y que se definió como “de información al margen de todos los intereses de partido”. El periódico se coordinó con Ràdio Associació de Catalunya para tener más altavoz, fórmula que se había utilizado ya, y con éxito, en otros países.

Confesión

Plattkó, cuestionado por Campabadal, aseguró desconocer las razones reales de su descabalgamiento como entrenador del FC Barcelona. Pero no tenía tiempo en ese momento para desmenuzar sus sospechas, así que después de preguntar la dirección del periodista y amigo, le dijo: “Ya vendré a verte y te explicaré muchas cosas”.

El técnico cumplió lo prometido. “Hay un señor alto y grande. Lleva un paquete”, anunciaron días después al redactor de ‘L’Instant’. Y Campabadal describió así el encuentro: “Cuando da la mano aprieta hasta hacer daño. Da la sensación de ser un hombre que lleva la sinceridad hasta el apretón de manos. Piel curtida por el sol de las playas barcelonesas. Vestido de forma ligera, estival... Los cabellos rubios, infantiles, contrastan con la cara férrea. Si tuviera la nariz chafada os haría el efecto de un boxeador”.

Plattkó, el “oso rubio de Hungría”, como lo describió Rafael Alberti en la oda que le dedicó en 1928, empezó a sacar papeles, a enumerar casos de mentiras e intromisiones por parte de la Junta que le habían ocurrido sin orden cronológico... Acusó al directivo Tudó de escribir una carta a la Junta denunciando que “yo aceptaba primas de algunos jugadores -Guzmán y Trujillo, por ejemplo- para que fueran alineados en partidos oficiales”. Detalló que dicha carta, lógicamente, “no quedó archivada en el Club”.

También explicó a Campabadal que el Barça lo fichó (firmó el 9 de mayo de 1934) con el sueldo máximo que percibían los jugadores, entonces 800 pesetas. Sin embargo, se enteró que Zabalo cobraba 1.000 pesetas y, después de ganar el Campionat de Catalunya, pidió a la Junta la misma cantidad. El aumento le fue concedido, pero empezó a desconfiar. “¿Por qué no me dijeron la verdad?”, se preguntó. Plattkó confesó que se sintió engañado porque “me aseguraron que cobraría el sueldo del jugador mejor remunerado, pero me mintieron”. Desveló que cuando firmó lo hizo por un mes “prorrogable a otro y así sucesivamente”.

Presentó un proyecto de contrato a la Directiva en el que se estipulaba el sueldo (1.000 pesetas mensuales después de impuestos), primas por partido ganado (150) y empatado (75) y el abono de un mínimo de 150 pesetas mensuales caso de no superarse esta cantidad. También fijó las primas por ganar la Liga (2.800) y la Copa (2.500), entre otras peticiones. El Barça respondió con otra propuesta en la que solo se hablaba de la prima por ganar el Campionat de Catalunya (1.500). Plattkó se preguntó: “¿Cómo puede prosperar un contrato de trabajo si no se asigna un sueldo?”. También pidió libertad a la hora de formar el equipo, otro punto que la entidad desoyó.

Distanciamiento

El técnico, igualmente, confesó que los puentes con la Directiva fueron rompiéndose hasta el punto de que “me enteré dos días antes que habían fichado a Fernández. ¿No le parece pueril que el entrenador se entere dos días antes que tendrá un nuevo interior?”. Y en la reunión que mantuvo posteriormente con la Junta, explicó que el señor Guardiola le dijo: “Plattkó: a Fernández, mañana, nada de entrenamiento. Que tome un baño caliente y después un buen masaje”. A Plattkó, que sabía bien de qué iba su trabajo, esas palabras le hicieron mucho daño.

El húngaro mostró a Campabadal la carta que quería enviar a la afición para que supiera de primera mano las razones de su adiós: “(...) es imposible poder trabajar como uno quisiera, cuando una directiva no deposita la confianza y no da las atribuciones y facultades que un entrenador (que es el único responsable de lo que pasa en el equipo) necesita”.

Plattkó explicó también el fichaje de Elémer Berkessy (merecería un capítulo entero), que no lo informaron de cesiones de jugadores, que le impusieron la alineación de algunos incluso la táctica a seguir en varios partidos, que directivos le levantaron la voz por enterarse por la prensa del estado físico de la plantilla, que ellos dormían en coches-cama y los jugadores no... Se fue sin rencor (“estos señores pasarán”) y prometió volver. Y lo hizo, la temporada 1955-56. Murió olvidado y con esacasos recursos en Chile (1983), solo recordado y ayudado por la Agrupació Barça Jugadors.