Mirotic, luces y sombras del fin de una era

Ni él quería irse ni el Barça le habría invitado a marcharse en otras circunstancias económicas

El balance final de Mirotic depende del punto de partida de las expectativas

Mirotic, en el que podría ser su último partido en el Palau

Mirotic, en el que podría ser su último partido en el Palau / Javi Ferrándiz

Dídac Peyret

Dídac Peyret

El adiós de Mirotic ha dejado la inquietud de las historias que se cierran más por pragmatismo que por convicción. Ni él quería irse ni el Barça le habría invitado a marcharse en otras circunstancias económicas. La imagen de la alegría del campeonato contrasta con el peso del final de una era. La que estaba llamada a liderar Mirotic, que puso patas arriba el mercado con su fichaje.

Lo suyo fue una revolución, pero no porque prefiriera antes el Barça que a la NBA, sino por las condiciones en las que lo hacía. Era un jugador importante en la mejor liga del mundo y tenía una propuesta económica superior: Utah Jazz le ofrecía 45 millones por tres años. Aquello era lo insólito.

Que tuviera un pasado en el Madrid mejoraba aún más la narrativa de un fichaje histórico que tenía que cambiar la tendencia entre los dos grandes.El Madrid seguía alargando un ciclo dominante y el Barça buscaba recuperar su estatus. El club quería ser el mejor de la ACB, pero sobre todo el fichaje de Mirotic era para reinar en Europa. El diagnóstico era rotundo: tenía que ser un jugador dominante, el mejor de la Euroliga.

El balance final de Mirotic depende del punto de partida de las expectativas. Es indiscutible que las dos ligas ACB y las dos copas que se han ganado en los últimos cuatro años no se entienden sin su influencia. Pero también que dijo en su presentación que venía para marcar una época y todo el mundo entendió que esa época incluiría alguna Euroliga.

No ha sido así, pero el Barça ha logrado con Mirotic recuperar su estatus en la ACB y ser habitual en la Final Four. Quizás no ha sido el líder indiscutible que se esperaba, pero ha conseguido un vínculo feroz con el Palau, que lo despidió con la liturgia de los tipos que trascienden lo deportivo.