LA MIRILLA

El mechero de Carles Puyol

Albert Masnou

EL PRECIOSO GESTO de Carles Puyol ha quedado desapercibido en medio de la polémica y de la resaca del clásico del Santiago Bernabéu. Puyol le quitó el mechero que su amigo Gerard Piqué llevaba al árbitro para denunciar a la grada. Ni lo miró y lo tiró a un lado del campo. “Tú ponte a marcar a Khedira” pareció decirle el capitán a un jugador al que ha ayudado a madurar desde su llegada a la entidad azulgrana. Los consejos se repiten desde el primer día y en el Bernabéu Piqué recibió una espléndida clase maestra. Y no solo Gerard sino todo el fútbol en general, madridismo incluido, de cómo comportarse en un campo de juego, de priorizar lo importante de lo superfluo, de dedicarse a jugar a fútbol en vez de buscar provocaciones o denuncias. Las victorias solo llegan con el fútbol y Carles Puyol, que ha logrado muchas, sabe diferenciar lo importante de lo secundario, de lo instrascendente, del show que conlleva este deporte tan mediático y seguido. Puyol no engaña en un terreno de juego. Va con manga corta, las manos en la espalda y a pecho descubierto sin buscar las trampas para verse beneficiado, ni el choque para frenar al contrario, ni la falta traidora para lesionarle. Su filosofía es la opuesta a la de jugadores como Xabi Alonso o Arbeloa. O incluso la de José Mourinho. Pese a su bondad, estuvo a punto de retirarse del clásico como Tito Vilanova, con un dedo en el ojo. Aunque esta vez fuese el árbitro.